Sudán está sufriendo la mayor crisis humanitaria del mundo y sus civiles siguen pagando el precio de la inacción de la comunidad internacional, según han dicho las ONG y la ONU, mientras la guerra civil del país entra en su tercer año. El Reino Unido recibe ministros de 20 países en Londres el martes para intentar reanudar las estancadas conversaciones de paz. Sin embargo, los esfuerzos diplomáticos se han visto a menudo postergados por otras crisis, como las guerras en Ucrania y Gaza.

Dos años después del estallido de los combates en Jartum entre el ejército sudanés y las Fuerzas paramilitares de Apoyo Rápido, se teme que centenares de personas hayan muerto en ataques de las FAR contra campos de refugiados en la región occidental de Darfur, a la última aparente atrocidad de una guerra marcada por su brutalidad y su impacto.

Las consecuencias para los 51 millones de habitantes de Sudán han sido devastadoras. Se informa de que decenas de miles han muerto. Centenares de miles se enfrentan al hambre. Casi 13 millones de personas han sido desplazadas, 4 millones en países vecinos. “Sudán ahora está peor que nunca”, ha destacado Elise Nalbandian, directora regional de incidencia política de Oxfam. “La mayor crisis humanitaria, la mayor crisis de desplazamiento, la mayor crisis de hambre… Está batiendo récords completamente falsos”.

Se han cometido violaciones masivas del derecho internacional humanitario durante el conflicto, ha afirmado Daniel O'Malley, cabeza de la delegación del Comité Internacional de la Cruz Roja en Sudán. “Toda la población civil, independientemente de su ubicación en el país, se ha visto prácticamente atrapada entre una, dos o más partes. Y han soportado las peores consecuencias. Las cifras son simplemente abrumadoras”.

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Refugiados de Sudán en Egipto / EFE

Una guerra marcada por la inacción de la comunidad internacional

El mes pasado, el ejército sudanés recuperó el simbólico palacio presidencial de Jartum y ha recuperado la mayor parte de la capital. No obstante, en gran parte del país, el conflicto continúa. Fuentes citadas por la ONU informaron que más de 400 personas murieron en ataques recientes de las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) a Darfur, donde el grupo intenta apoderarse del Al-Fasher, la última capital estatal de la región que no está bajo su control.

Desde finales de la semana pasada, las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) han lanzado ataques terrestres y aéreos contra Al-Fasher y los campamentos de desplazados próximos de Zamzam y Abu Shouk. Un portavoz de la ONU declaró a la Agencia France-Presse que la oficina de derechos humanos de la ONU había verificado 148 asesinatos y recibido informes de fuentes fidedignas que indicaban que el número total de muertos superaba los 400. Reuters informó que datos de la Organización Internacional para las Migraciones de la ONU sugirieron que hasta 400.000 personas habían sido desplazadas solo del campamento de Zamzam desde el fin de semana.

En una declaración, el alto responsable de derechos humanos de la ONU, Volker Türk, dijo que los “ataques a gran escala… dejaron muy claro el coste de la inacción de la comunidad internacional, a pesar de mis reiteradas advertencias sobre el riesgo mayor para los civiles en la zona”. Añadió: “Los ataques han exacerbado una crisis humanitaria y de protección ya grave en una ciudad que ha sufrido un devastador asedio de las FAR desde mayo del año pasado”.

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Refugiados de Sudán en Egipto / EFE

Los orígenes de la guerra

Los orígenes de la guerra se remontan a finales del 2018, cuando estallaron protestas populares contra el dictador sudanés al-Bashir. El líder del ejército sudanés, el general Abdel Fattah al-Burhan, se alió con el jefe de las FAR, el general Mohammad Hamdan Dagalo, excaudillo conocido como Hemedti, para derribar al-Bashir mediante un golpe de Estado en abril del 2019. Se volvieron a aliar en el 2021 para derrocar un gobierno civil que buscaba la transición de Sudán a la democracia. No obstante, Hemedti hacía mucho tiempo que anhelaba el poder absoluto, y la fricción entre los dos derivó en una guerra abierta menos de dos años después.

Las FAR, una fuerza paramilitar que surgió de las milicias árabes Janjaweed acusadas de cometer genocidio en la región de Darfur a mediados de la década del 2000, consiguieron avances rápidos en las primeras semanas y meses, a medida que los combates se extendían más allá de Jartum.