Imagínese el escenario. Unas colonias en el corazón de Estonia, en un parque natural y un entorno tranquilo, y algunos de los niños, de nacionalidad del país, no pueden comunicarse ni entienden el idioma. Eso no es una fantasía, es una realidad. La guerra en Ucrania ha cambiado muchas cosas, y a pesar del interés del gobierno de gestionar esta casuística, la división todavía es palpable en la sociedad entre los que hablan en ruso y los que lo hacen en estonio. Si bien es cierto que no se vive con la misma intensidad en todas partes del país, es frecuente oír hablar en ruso por las calles de las ciudades.

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Durante muchos años, Estonia ha vivido bajo dominio ruso, y las cicatrices todavía son palpables. La proximidad con Rusia ha hecho saltar los nervios en muchas ocasiones y el posicionamiento o el idioma han quedado marcados. El cierto es que muchos rusoparlante que viven en Estonia no se relacionan en estonio, y todavía más grave, no lo entienden. Lo cual genera un problema.

Sin ir más lejos, el 95% de los residentes de Narva, una de las ciudades importantes del país, hablan ruso y al menos un 30% tiene pasaporte ruso, según detallaba en un artículo NBC news. La proximidad con Rusia, es más que evidente, solo hay que verlo en el mapa.

Estonia intenta fortalecer la presencia del idioma en las escuelas

En Estonia, con una población de 1,3 millones según el Banco Mundial y datos del 2021, intenta hacer frente a la problemática como puede. El Parlamento del país aprobó el pasado 12 de diciembre un proyecto de ley según el cual el idioma de instrucción en todas las escuelas y jardines de infancia en el país y la transición a la educación en el idioma estonio en las escuelas empezará a partir del 2024-2025.

El proyecto de ley está dirigido a las escuelas y jardines de infancia, donde hasta ahora el idioma de instrucción era el ruso. Los primeros a hacer la transición, según destaca el portal Estonian World, serán los jardines de infancia y los grados de primero y cuarto de la educación primaria. Posteriormente, será el turno de la educación secundaria superior. Y este hecho, también afecta los directores y directoras de las escuelas, algunos de los cuales tampoco saben estonio. Así, se les exigiría un nivel de C1 a partir del 1 de agosto del 2023.

Captura del informe 'Challenges facing the Estonian schol system; the achievement gap bewteen language-stream schools and school choice by inmigrants' (2017)

La falta de profesores que hablen estonio

Tallin, sin embargo, tiene claro que no se puede permitir fallar y el idioma y la cultura de Estonia tienen que estar por encima. En este sentido, aparte del proyecto de ley, el gobierno ha impuesto multas. Así, se han impuesto multas a las escuelas con profesores que no hablan el idioma estatal y que siguen utilizando el ruso. Tal como destaca el portal Sundries, las multas se han multiplicado por 15 y alcanzarán los 10.000 euros. Hasta ahora, el importe máximo de multas que el Departamento de Idiomas podía imponer a los profesores y centros que no cumplieran los requisitos lingüísticos era de 640 euros. A partir del 1 de agosto, sin embargo, las cosas cambiarán y podrán elevar el importe de las multas en las escuelas que violen sistemáticamente los requisitos del idioma.

Ahora bien, a pesar de las intenciones, los problemas continúan. La falta de profesores crea problemas para reducir la importancia del idioma ruso a las escuelas. Según el portal Baltic News Network, este problema es especialmente importante en las escuelas pequeñas del país. El Ministerio de Educación e Investigación ha determinado que las escuelas tienen que ofrecer dos o más idiomas, entre los cuales escoger la segunda lengua extranjera para aprender. El primero acostumbra a ser el inglés.

El mismo portal de noticias destaca que este nuevo requisito es un desafío importante. El ministro de Educación de Estonia, Tõnis Lukas, ha dicho recientemente que se necesitan nuevas condiciones para reducir el predominio del idioma ruso a las escuelas. En este sentido, ha subrayado la falta de profesores y ha insistido en el hecho de que las universidades están preparando profesores de alemán y francés, pero que solo una pequeña parte escoge trabajar en las escuelas.

 

Imagen principal: vista de la ciudad de Tallin, capital de Estonia / Anna Solé Sans