El viernes en Downing Street ha sido marcado por una lluvia de dimisiones de miembros del Ejecutivo de Boris Johnson. El primer ministro británico se comprometió a llevar a cabo una purga ante sus diputados para intentar pasar página al escándalo de las fiestas durante la pandemia. Un portavoz oficial de Johnson indicó que las marchas del secretario privado del primer ministro, Martin Reynolds, la jefe de personal de Downing Street, Dan Rosenfield, y el director de Comunicación del Gobierno, Jack Doyle, se decidieron de "mutuo acuerdo" antes de ser anunciadas el jueves.
Todos estos hombres han estado en el ojo del huracán del escándalo, en especial Reynolds. Su nombre ha sido relacionado con las fiestas desde el inicio, ya que se filtró un correo donde invitaba a cerca de cien personas a una reunión al jardín de la residencia oficial de Johnson en mayo de 2020, qual las restricciones sociales estaban vigentes. Doyle ha aparecido a las filtraciones sobre el escándalo entre asistentes a una de las fiestas, mientras que Rosenfield era el responsable último de la plantilla cuando se celebraron estos acontecimientos.
A pesar del supuesto acuerdo en las dimisiones, hay voces que apuntan que Johnson está haciendo uno purga en su gobierno. Ante las críticas que ha recibido, incluso de su propio partido, el primer ministro británico se niega a dejar su sitio, como muchas voces piden. En cambio, está remodelando su equipo y asegurando que tiene en cuenta a los informes internos que se han hecho sobre las fiestas. A pesar de estos movimientos, Johnson sigue encontrándose con oposición y rechazo a casi todo el arco parlamentario.
Crisis en el gobierno, crisis al partido
A pesar de los esfuerzos de Johnson por superar el partygate, se mantiene sobre él la amenaza de que su propio partido convoque una moción de confianza sobre su liderazgo. En el centro de su estrategia a corto plazo para intentar evitar un motín interno está su promesa de renovar su equipo más próximo y crear mecanismos para que los diputados conservadores tengan más influencia en las decisiones políticas de Downing Street, según informa Efe.
Algunos medios estiman que en torno a 20 diputados ya han enviado una petición formal para convocar este voto, que se celebraría si lo piden al menos 54 parlamentarios sarmientos. El recuento, sin embargo, no es público, por lo cual hay una gran incertidumbre sobre el nivel real de peticiones. El diputado por Newcastle Aaron Bell fue el último que se sumó al goteo de anuncios de los últimos días por parte de parlamentarios conservadores que reclaman oficialmente una moción de confianza.
Johnson perdería esta eventual moción si al menos 180 votaran en contra, cosa que lo apartaría del Gobierno y abriría un proceso de primarias entre los conservadores para designar a un sucesor.