La guerra de Ucrania, que hace justo ahora un año que empezó, ha cambiado la vida para muchas personas. El 24 de febrero del 2022, el presidente ruso, Vladímir Putin, empezó la invasión de Ucrania. Y aquella mañana no fue normal para nadie. En el 2019, el año que el RCD Español jugaba la Europa League, le tocó enfrentarse al Zorya Lugansk. Entonces, la ciudad de Lugansk ya estaba administrada de forma efectiva por la República Popular de Lugansk, un estado federal de Nueva Rusia, aunque su reconocimiento es limitado. Y es que el conflicto que empezó en el 2014, ya afectó de alguna manera también al fútbol. En este sentido, el conflicto en el este de Ucrania obligó a trasladar el estadio del Zorya hasta el Slavutych Arena, en Zaporiyia. Un campo con capacidad para 12.000 personas y del club PFK Metalurg Zaporiyia, equipo que jugaba a la segunda liga ucraniana. Ahora, sin embargo, desde el inicio de la guerra y desde que volvió a empezar la liga ucraniana, el Zorya, cuarto clasificado, juega al estadio Lobanovsky Dynamo, en Kyiv.
En aquel momento, en 2019, desde de ElNacional.cat hablamos con Pavlo Popenko, miembro del staff del club y persona en contacto permanente con la UEFA y los equipos rivales del Zorya. Además, también había pasado por el departamento de prensa del club. Diecisiete años después, cuando empezó la guerra, no dudó ni un momento. "En febrero, cuando empezó la guerra, llamé al presidente del Zorya y le dije que quería marcharse, primero pensé en pedir un permiso de siete días o dos semanas, pero no quería quedarme sentado esperando y decidí alistarme como voluntario al ejército", explica en una conversación con este mismo diario cuatro años después. "Al principio, estaba en Zaporiyia, después me marché hacia Uzhhorod, en el oeste. Estuve un tiempo allí, también con el ejército. Más tarde, entré en la organización donde trabajo ahora, Maya". Desde de Uzhhorod y en esta misma ONG ha desarrollado diferentes tareas. "Al principio, era responsable de las evacuaciones de Ucrania hacia Alemania y otros países, después he estado trabajando ayudando a la gente a pedir documentos para recibir un subsidio, unas peticiones que se tienen que hacer directamente a las Naciones Unidas. Ahora trabajo como gerente de iniciativas comunitarias. Mi rol consiste en facilitar la integración de políticas y programas de salud en las agendas estratégicas nacionales de desarrollo".
"Se hace muy difícil pensar en el futuro"
Pero el periplo hasta Uzhhorod no ha sido fácil. En varias ocasiones, desde que empezó la guerra, habíamos intentado hablar con Popenko, pero no había sido posible. "Ahora, mi familia es conmigo, mi mujer y mi hija. Y también mi gato", sonríe. "Al principio se planteaban la evacuación, todos de hecho. Pero mi mujer me convenció para quedarse, querían quedarse conmigo y ahora vivimos aquí, alquilamos un piso y mi hija va al jardín de infancia y mi mujer hace de canguro. Es muy complicado encontrar trabajo actualmente". En este contexto, queremos saber cómo es el día a día en Ucrania. "Se hace muy difícil pensar en futuro, porque, como decirlo, nadie sabe qué pasará mañana. Solo puedo hacer planes a dos días o tres días vista. Quizás alguien más tiene alguna otra opinión, pero nosotros hacemos eso. Mi familia está pensando en cómo salir adelante, en mi caso, solo pienso en cómo llevar dinero a casa y hacer la vida tan normal como sea posible en este contexto". Asegura, sin embargo, que no tiene demasiado tiempo para estar deprimido. "Es complicadísimo saber como gestionar la guerra. En mi caso no tengo mucho tiempo, solo trabajo, si no trabajas, quizás sí que piensas más, pero tengo una familia y tengo que preocuparme de eso. No tengo tiempo para estar en depresión por la guerra, aunque evidentemente, es un hecho que no puedo pasar por alto".
Y es que las sirenas suenan y suenan mucho. "Hoy, por ejemplo, es uno de los peores días". Hablamos con Popenko el pasado 10 de febrero, el día siguiente que el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, vuelves a Kyiv, después de una visita al Reino Unido y Bruselas, y haberse reunido con diferentes mandatarios europeos. "Por la noche ha habido muchos bombardeos, y ahora mismo se esperan más sirenas y misiles. Hemos tenido dos olas, esperamos la tercera". Ahora bien, confiesa que para él no cambia nada. "Sigo trabajando. Si estuviera en otro lugar, seguramente iría al pasillo, pero aquí sigo trabajando. Hay mucha gente que se marcha o va a los pasillos o refugios.
Los niños también están siendo afectados por la guerra y se calcula que sufrirán las consecuencias. Popenko, sin embargo, intenta que su hija no note nada. "No está excesivamente afectada por la guerra, aunque hace preguntas que un niño en otro país no haría. Es joven, entiende que hay una guerra, pregunta sobre la agresión rusa y los misiles, pero no deja de ser una niña. Intento hacer de todo para protegerla de cualquier cosa. Pero precisamente porque es pequeña, lo que tiene que pensar son cosas positivas. Por eso ahora estamos bien, estamos juntos y tenemos que seguir trabajando por eso".
Un futuro lejos del Zorya Lugansk
A pesar de haber pasado diecisiete años en el Zorya Lugansk no volvería. "Es un capítulo cerrado. He pasado y tenido varios cargos a lo largo de diecisiete años en el club, hacía muchísimas cosas. Sigo conectado a Instagram, sigo los fichajes que se han hecho y los jugadores que han abandonado el club. El campeonato es interesante. He visto partidos, también del Dnipro. Ahora, solo soy un fan más", destaca. "De todos modos, es un capítulo cerrado, no conecto mi futuro en este equipo, tengo mis razones. Estoy mucho agradecido por todo lo que me ha dado, pero no quiero repetir. ¿Quién sabe si en algún otro equipo ucraniano? Me gusta pensar que todo es posible".
Finalmente, teniendo en cuenta la situación política de Lugansk, preguntamos a Popenko por la identidad ucraniana. "Nuestros países (Rusia y Ucrania) no son hermanos y no estamos superconectados. Yo nací en Lugansk y no soy ruso. Tenemos nuestra cultura, nuestros libros, nuestra lengua. Eso es todo. Somos ucranianos, es mi posición y la de nuestra nación", concluye con contundencia.