En Francia continúa la incertidumbre, los nervios y la confusión. Emmanuel Macron ha pedido a Gabriel Attal que se mantenga de manera temporal como primer ministro de Francia para mantener la estabilidad después de que una elección general anticipada dejara el país ante un parlamento sin mayoría y tensas negociaciones para formar un nuevo gobierno. Attal, que presentó su dimisión el domingo mismo, ya advirtió que se mantendría en el cargo en funciones el tiempo que hiciera falta. Por ahora, sin embargo, después de la sorpresa electoral que nadie esperaba, los partidos de izquierda quieren aprovechar el momento.
El adelanto electoral del presidente francés ha provocado malestar a la izquierda francesa, pero también dentro de su propio bloque. Ahora bien, las grandes protagonistas políticas de la jornada de este jueves en Francia han sido las numerosas voces del macronismo. Justamente porque, de manera anónima, han filtrado a la prensa su descontento por una situación que empezó con la decisión de Macron de disolver la Asamblea Nacional y convocar elecciones, anunciada después de la victoria de la ultraderecha a los comicios europeos de junio.
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"Muchos estamos presionando al presidente para que nos deje marcharnos, ya no tenemos legitimidad, ya no tenemos mayoría. Eso se tiene que acabar", señalaba un ministro al canal BFMTV, que no reveló la identidad, y recoge también Efe. "No creo que el presidente tenga que nombrar un gobierno antes de los Juegos Olímpicos (de París, que empiezan el 26 de julio), porque ya tarda seis meses en escoger el color de la corbata", insistía también desde el anonimato un diputado macronista.
Attal, el único que ha presentado la dimisión
Los días pasan y los nervios se intensifican. El calendario se empieza a estrechar porque la primera sesión de la Asamblea Nacional está prevista para el 18 de julio y la Constitución francesa establece que los miembros del gobierno no pueden compatibilizar el cargo con un lugar parlamentario. Hay, en total, 17 miembros del Ejecutivo actual que han sido elegidos para ocupar un escaño por sus circunscripciones respectivas y que, si se mantiene el Ejecutivo actual, no solo no podrían participar en las sesiones, sino que tampoco podrían ser sustituidos por suplentes, ya que el reemplazo no es un proceso inmediato.
Solo si el gobierno dimite –incluso aunque, en ausencia de otra opción, se mantenga en funciones– el macronismo podrá contar con estos 17 diputados, que, en el rompecabezas político creado por las elecciones del 30 de junio y 7 de julio, pueden resultar cruciales. Pero Macron señaló en una carta a la ciudadanía, que también recoge Efe, que mientras las fuerzas políticas llegan a un entendimiento, el Ejecutivo actual seguirá ejerciendo sus responsabilidades. Lo único que presentó su dimisión, de momento, es el primer ministro, Gabriel Attal, la mañana siguiente a las elecciones, pero Macron la rechazó y le pidió seguir temporalmente al cargo para asegurar la estabilidad del país.
La izquierda negocia para romper el lío
Macron dejará tiempo hasta que las fuerzas políticas consigan una mayoría sólida para garantizar la estabilidad del futuro Ejecutivo, y también ha pedido la construcción de un "frente republicano" a la Asamblea, ya que según su opinión nadie ganó realmente las elecciones. En este sentido, la postura escandalizó la coalición de izquierdas del Nuevo Frente Popular (NFP), que con 195 escaños (sumando posibles socios) quedó como primera fuerza a la Asamblea, aunque muy lejos de la mayoría absoluta de 289 diputados que garantizaría la supervivencia a mociones de censura.
"Se trata de un golpe de fuerza a la democracia, de un golpe de fuerza presidencial", ha denunciado este jueves la jefa del grupo parlamentario del zurdo la Francia Insumisa (LFI), Mathilde Panot, en la emisora France Info. Las palabras de Macron apuntan a una exclusión para formar gobierno tanto de la extrema derecha de Marine Le Pen (que junto con sus socios suma 143 escaños) como potencialmente también de la izquierda radical de LFI, que junto con los socialistas, ecologistas y comunistas integran el NFP.
Con todo, la realidad es que los grupos que conforman la NFP ni siquiera han logrado consensuar a un candidato de la izquierda para proponerlo a Macron. Los socialistas no ven con buenos ojos a un posible primer ministro de LFI, y viceversa. Como tercera vía, el Partido Comunista propuso el nombre de Huguette Bello, que recibió la luz verde de los insumisos, pero no de los socialistas, que defienden la necesidad de un candidato más moderado y piden continuar con las negociaciones.
El macronismo tiene poco a decir
La coalición de izquierdas, de momento, mantiene el frente unido y exige que Macron los llame para gobernar, mientras a escala interna continúan las negociaciones entre las diferentes familias para consensuar un candidato a primer ministro. Desde el macronismo, sin embargo, Efe destaca que figuras como la secretaria de Estado de igualdad, Aurore Bergé, o el de Industria y Energía, Roland Lescure, han sostenido en público que nunca apoyarían un gobierno que incluya la Francia Insumisa. Para no hablar de otras personalidades de su ala más conservadora, como el ministro de Interior, Gérald Darmanin, que defendió un viraje más a la derecha de la formación centrista.
A pesar de las peticiones, sin embargo, hay que recordar que el macronismo es la segunda fuerza, después de perder cerca de un centenar de escaños en estas legislativas. A la derecha conservadora de los Republicanos –con 68 escaños del cual el campo presidencial tampoco sumaria una mayoría absoluta– hay rechazo a una alianza, como recalcó hoy al presidente del Senado, Gérard Larcher, perteneciente a esta formación.
La poca tradición de Francia para negociar y formar coaliciones
El ganador de las elecciones francesas ha sido inesperado, pero el resultado no lo ha sido tanto: un parlamento sin mayoría y formado por tres bloques opuestos. Sin ningún tipo de tradición de trabajar juntos, ni negociar y lejos de formar coaliciones entre ellos. Y es que, según la Constitución francesa, sea cual sea el resultado de todo, no habrá elecciones hasta dentro de un año. Una participación histórica, del 66%, superando con 20 puntos los anteriores comicios, no ha servido para desencallar la situación. Y este escenario, ocurre pocos días antes de empezar los Juegos Olímpicos.
Viendo los resultados, alguien podría pensar: '¿por qué no pactan?'. Y es que, a diferencia de muchos países, en Francia no hay tradición de coaliciones ni pactos. Aunque algunas figuras de la izquierda e incluso de centro, ya han asegurado que estas podrían ser las únicas opciones para Francia. De hecho, tal como recuerda el The Guardian, el ex primer ministro Édouard Philippe, el antiguo aliado de Macron François Bayrou y la líder de los Verdes Marine Tondelier eran los que la semana pasada hablaban de una coalición anti Reagrupamiento Nacional, desde la izquierda moderada hasta el centroderecha, se podría unir en torno a un programa legislativo básico.
Sin una mayoría absoluta, los esfuerzos por formar un nuevo gobierno francés podrían durar semanas. Las elecciones anticipadas se convocaron el mes pasado después de una derrota humillante ante el partido de extrema derecha RN de Marine Le Pen a las elecciones parlamentarias europeas. El NFP ganó 182 escaños a la asamblea nacional de 577, con la coalición centrista Juntos de Macron obteniendo 168 diputados y el RN —que después de la primera vuelta el 30 de junio había estado buscando una mayoría— acabó, en tercer lugar, con 143. Como ningún grupo consigue una mayoría absoluta, las opciones incluyen un gobierno tecnocrático de expertos, el NFP intentando formar un gobierno minoritario y buscando apoyo, proyecto de ley por proyecto, o una amplia coalición de centroizquierda y centroderecha.