Francia no sabe cómo detener una revuelta que ha incendiado, literalmente, las calles de suburbios de la capital, París, y que se está propagando por toda la República sin que ningún político pueda ponerle freno. Ni ningún político ni los casi 40.000 agentes de la policía que se han desplegado por toda Francia, con agentes antidisturbios y también equipos de asalto como el BRI, el RAID y el GIGN —los homólogos al GEI catalán o el GEO español—. El detonante ha sido la muerte, durante una intervención policial, y víctima de un tiro de un agente de la policía, un joven de 17 años, Nahel, en Nanterre, al norte de París.
Pero más allá de la chispa concreta, la revuelta, que tiene como protagonistas jóvenes de entre 14 y 18 años, canaliza, de manera muy violenta, con asaltos a edificios públicos, con 2.000 vehículos quemados y enfrentamientos directos y muy agresivos contra las fuerzas policiales, la ira de unos barrios donde el flirteo con la violencia con la excusa de la falta de un futuro próspero ha ido carcomiendo la convivencia de los hijos de los inmigrantes venidos, sobre todo, del norte de África. Y esta revuelta, que nadie sabe detener, pero que nadie sabe qué objetivo tiene o qué camino podrá seguir en los próximos días, no tiene líderes visibles ni reivindicaciones claras y, a ojos de todo el mundo, de lejos, solo es una válvula de escape que cataliza con explosiones de violencia, incendios, saqueos y asaltos en edificios públicos y a vehículos policiales —donde se han robado armas.
El peligro de un enfrentamiento civil
Durante las manifestaciones se han visto que los violentos —se han detenido casi 900 durante la tercera noche de enfrentamientos, la mitad en París y todos muy jóvenes— forman parte de estos suburbios, la mayoría inmigrantes de segunda y tercera generación de tradición musulmana, y en algunos casos, aseguran fuentes de la inteligencia antiterrorista francesa, también se han oído gritos islamistas radicales, un hecho que todavía pone más alerta a la policía por la escalada de violencia civil que se puede generar por todo el país no solo por el posible enfrentamiento con las fuerzas de seguridad desplegadas.
Sin posibilidad de ofrecer ninguna negociación a los alborotadores, el Ministerio del Interior solo puede ofrecer más recursos policiales, como ha asegurado este mediodía el presidente Emmanuel Macron, para intentar detener la revuelta. Gérald Darmanin ha dado órdenes expresas de detener a todos los alborotadores "sin ningún tabú" con el objetivo de poder aplacar una violencia que este viernes llegará a la cuarta noche seguida.
Que los alborotadores sean de sectores concretos de la sociedad y muy jóvenes ha llevado al presidente Macron a cargar contra las redes sociales; asegura que están generando mimetismo por todo el país y que hace que en diferentes puntos de Francia los jóvenes salgan a la calle a enfrentarse a la policía como parte de un videojuego a gran escala que viven en primera persona y que después emiten por las redes sociales. Pero no solo ha puesto en el objetivo TikTok e Instagram. Consciente de que ha perdido el control de la situación y que solo le queda sacar en la calle al Ejército y decretar el Estado de Excepción, un extremo donde hoy por hoy Macron se resiste a llegar, también ha hecho un llamamiento a los padres de los violentos. "Es responsabilidad de los padres mantenerlos en casa y, por lo tanto, es importante para la tranquilidad de todo el mundo que la responsabilidad parental se pueda ejercer plenamente", ha apuntado el presidente después del gabinete de crisis de este mediodía.
Prohíben venta de petardos, gasolina y ácidos
Mientras tanto, Francia ya se prepara para una noche que los analistas todavía prevén más dura. Muchos establecimientos cerrarán antes de tiempo y han reforzado los escaparates para intentar evitar la rabia de los saqueadores. Al mismo tiempo, también se han aplazado sin fecha festivales de final de curso y fiestas para celebrar el final de la escuela por todo el país y se ha cancelado el concierto de Mylène Farmer previsto para este viernes y sábado en París.
El ministro del Interior, Darmanin, también ha pedido a los alcaldes que suspendan todas las circulaciones de autobús y tranvías desde las nueve de la noche de este viernes y ha puesto en marcha una ley seca para prohibir la venta de morteros pirotécnicos, bidones de gasolina, ácidos y productos inflamables y químicos, los objetos que los alborotadores han utilizado las últimas noches para atacar a la policía durante los tumultos..