Después de medio siglo de reinado de la familia Al-Asad al frente del gobierno de Siria, la caída del régimen de Bashar al-Asad se produjo en una operación relámpago. El gobierno del dictador sirio, que hasta el momento parecía inexpugnable, se caía en un cerrar y abrir de ojos, mientras Al-Asad huía en los brazos de su gran aliado: Rusia. ¿Sin embargo, cómo fueron las últimas horas del dictador en Siria?
🟡 Los rebeldes sirios revelan el plan que ha derribado Bashar al-Asad
Al-Asad no confió en casi nadie sus planes de huida, que no cogieron solo por sorpresa a la población siria y a la comunidad internacional, sino al mismo entorno del dictador. Para mantener en secreto sus planes engañó militares, ayudantes e, incluso, su familia. Según informa El Español, horas antes de marcharse a Moscú, a Al-Asad afirmó ante sus generales que las tropas rusas estaban en camino para ayudarlos y los instó a resistir.
El personal del gabinete de Al-Asad tampoco tenía ninguna constancia de sus planes. Como ya había hecho ante los militares, actuó con total normalidad, de hecho afirmó a los asistentes que se dirigía a su casa, pero en realidad se dirigió al aeropuerto.
La familia de Al-Asad, alinea a su marcha
El dictador no solo mantuvo las apariencias ante los militares y sus trabajadores. Según Reuters, Al-Asad ni siquiera informó a su hermano menor, Maher Asad, comandante de la élite 4.ª División Blindada del Ejército, sobre sus planes de huida. El hermano pequeño del dictador viajó posteriormente al Iraq y, desde allí, en Rusia.
No siguieron la misma suerte otros familiares del dictador. Los primos de Al-Asad Ehab y Eyad Makhlouf, también se quedaron atrás cuando Damasco cayó y su familiar se hizo fonedís. Dos fuentes apuntan que los dos primos trataron de huir hacia el Líbano en coche, pero habrían estado interceptando. Ehab habría muerto a tiros y Eyad habría resultado herido. Sin embargo, esta información no ha sido confirmada de forma oficial.
Celebración en las calles de Siria
Si una bandera sirve para demostrar unidad, la vieja-nueve de Siria parece haberlo conseguido con creces. Decenas de miles de personas celebraron este viernes bajo los colores verde, blanco y negro de la flamante enseña -todavía no oficial- del país para marcar el hundimiento del régimen de Al-Asad y la fe en el nacimiento de una nueva Siria. La bandera que ondeaba antes de los Asad, lo vuelve a hacer con su partida.
Unos de los principales epicentros de la alegría que tomó las calles de Siria el pasado viernes fue la plaza de los Omeyas, un espacio vetado durante años bajo el régimen. En la plaza, los damascenos bailaban, cantaban, se mezclaban y se hacían muchas fotos. Tocaban el claxon de sus coches, algunos montaban a caballo y otros paseaban con uniformes desgastados y fusiles de combate en el hombro.