La accidentada central nuclear de Fukushima ultima los preparativos para invertir este verano en el Pacífico toneladas de agua contaminada de radiación y depurada, una medida controvertida para la cual se espera también el visto bueno de expertos internacionales.
La planta de Fukushima Daiichi, escenario del peor accidente atómico desde el de Chernóbil (Ucrania, 1986), desencadenado por el terremoto y el tsunami de marzo del 2011, afronta así un paso clave en su largo y complejo proceso de desmantelamiento.
La cantidad ingente de líquido residual de la central es tratada para retirarle la mayor parte de los materiales radiactivos hasta garantizar niveles seguros antes de la descarga al océano, según afirman las autoridades niponas, que afrontan las quejas de comunidades locales y de países vecinos.
Preparativos y construcción de nuevas instalaciones
Las tareas de limpieza, desmantelamiento y construcción de nuevas instalaciones en Fukushima Daiichi han conseguido progresos visibles en los últimos años. Solo queda chatarra del devastador tsunami de más de 15 metros que desencadenó una crisis atómica que tuvo en suspense Japón hace más de una década.
Las obras para reforzar los edificios de los cuatro reactores nucleares dañados y preparar la extracción del combustible atómico de su interior avanzan dentro del previsto, aunque tienen por delante los enormes desafíos técnicos que supone operar en las condiciones de extrema radioactividad y baja visibilidad en la suya interior.
¿Qué pasa con los pescadores de Fukushima?
Después de más de una década lastrados por la crisis nuclear del 2011, los pescadores de Fukushima temen ahora que el inminente vertido en el Pacífico de agua residual de la planta atómica siniestrada torpedea sus esfuerzos por volver a la normalidad.
Las restricciones sobre la pesca local a raíz del accidente atómico se levantaron completamente en el 2021, aunque las limitaciones de capturas por motivos de sostenibilidad hacen que las actividades pesqueras estén muy por debajo de antes del desastre. Además, hay que tener en cuenta algo importante y es el estigma. Saber que un pez ha sido capturado a Fukushima no suma puntos.
Los pescadores de Fukushima, a su día uno de los caladores con más renombre de Japón, ven venir ahora una nueva vez para su reputación: la descarga en el océano de toneladas de agua radiactiva y depurada de la central, medida a que se oponen con firmeza a pesar de las compensaciones y las garantías de seguridad que ofrecen las autoridades niponas.