El mundo de la cooperación internacional necesitará tiempo para digerir la sacudida que la nueva Administración de los Estados Unidos ha propinado a una de sus agencias más conocidas por todo el mundo: la agencia de cooperación USAID, la que más inversión en este capítulo ha hecho en todo el planeta Tierra desde hace más de medio siglo. Tan grande es el volumen de los programas que esta agencia ha desarrollado —financiándolos— en una larga lista de países, como los intereses que esta decisión abrupta del tándem Trump-Musk pone ahora en peligro.
Los ámbitos de actuación de la agencia son múltiples y diversos, pero probablemente lo que ha despertado de siempre más controversia es lo relativo a incidir en la vida política de los países. Si bien entre los años 60 y 70 la organización fue acusada de dar apoyo a gobiernos autoritarios y grupos militares de América Latina, en la actualidad estaba centrada en la promoción de los valores de la democracia liberal en países sometidos a regímenes autoritarios. Así ha sido en países como Cuba y Venezuela, donde las autoridades siempre han levantado el dedo contra la agencia, acusándola de disfrazar operaciones de la CIA con miembros de la oposición política.
La decisión de cerrar la USAID, sin embargo, parece más una decisión orientada a coger el control político de la actividad de la agencia, que habría alcanzado demasiada independencia operativa para el gusto de Trump y Musk. ¿Es el anuncio de ello, sin embargo, la prueba definitiva que los Estados Unidos dejará de cooperar como hasta ahora? Todo apunta al hecho de que habrá cambios, efectivamente, pero algunos objetivos se mantendrán siempre que estén alineados ideológicamente con el Gobierno.
Así lo ha anunciado el nuevo secretario de Estado de los EE.UU., Marco Rubio, de origen cubano y un referente del influyente exilio cubano de Florida. Para empezar, Rubio está actuando como director en funciones de la agencia, de manera que el Departamento de Estado asume las competencias en cooperación. Las nuevas autoridades de los Estados Unidos muestran una desconfianza absoluta en la entidad y consideran que la agencia se había convertido en un agujero por donde se marchaban millones de dólares de las tasas de los ciudadanos sin un control adecuado.
El control ideológico del gasto
"Cada dólar que gastamos, cada programa que financiamos tiene que estar alineado con el interés nacional de los Estados Unidos, y la USAID tiene un historial de ignorar eso y decidir que, de alguna manera, son una organización benéfica global separada del interés nacional", ha dicho Rubio este lunes desde El Salvador. La agencia, que se creó en los años 60, tuvo en el 2023 un presupuesto de 50.000 millones.
Hoy por hoy no se sabe mucho más sobre los planes que tienen Musk y Trump para la agencia. De momento, páginas web que contenían información sobre su tarea, como era la controvertida promoción de los valores democráticos en países sometidos a regímenes autoritarios, ya no se pueden consultar. Rubio no ha acabado de precisar cuál es el final que le espera a la organización, pero sí que sus funciones serán asumidas en algún otro lado. La angustia para muchos será larga.