El hambre provocada por los conflictos ha alcanzado máximos históricos y se cobra entre 7.000 y 21.000 vidas diarias en todo el mundo. Así se desprende del informe Food Wars de Oxfam Intermón, publicado para el Día Mundial de la Alimentación, en que se analizan 54 países afectados por conflictos que afectan casi a 281,6 millones de personas que sufren hambre aguda actualmente. "En un mundo asolado por los conflictos, el hambre se ha convertido en un arma letal de la cual hacen uso las partes, contradiciendo las leyes internacionales y provocando un alarmante aumento de las muertes y el sufrimiento", ha denunciado Emily Farr, responsable de Seguridad Alimentaria y Económica de Oxfam Intermón.
La organización apunta que el impacto del hambre en los conflictos armados actualmente es mayor que nunca. Concretamente, apuntan a dos regiones. Por una parte, Gaza, donde actualmente no llega el 83% de la ayuda alimentaria necesaria para el bloqueo del ejército israelí. Por otra parte, el Sudán, donde más de 750.000 "se están muriendo de hambre, a causa de los efectos mortales de las guerras en los alimentos, que probablemente perdurarán a lo largo de generaciones."
El informe sostiene que la causa del hambre no es solo el conflicto, sino que las partes beligerantes también están usando los alimentos como arma, lanzando ataques contra las infraestructuras alimentarias, hídricas y energéticas y bloqueando la ayuda alimentaria de forma deliberada.
Cronificación de la desigualdad después de los conflictos
Oxfam Intermón sostiene que, con "demasiada frecuencia", las iniciativas actuales para conseguir la consolidación de la paz y la reconstrucción después de los conflictos buscan fomentar la inversión extranjera e incentivar economías basadas en la exportación. Sin embargo, "las tendencias liberales en materia económica generan más desigualdad y sufrimiento, y pueden llegar a reavivar los conflictos", ha alertado a la entidad.
Según su opinión, "no es casualidad que sean los países ricos en recursos naturales los que a menudo sufren guerras, desplazamientos y niveles de hambre, cuya combinación resulta letal". La explotación de estas materias primas suele generar más violencia, desigualdad, inestabilidad y provocar nuevos conflictos. "También demasiado a menudo, las inversiones privadas a gran escala —tanto extranjeras como nacionales— han agravado la inestabilidad política y económica de estos países, donde los inversores se hacen con el control de la tierra y los recursos hídricos, obligando a la población a abandonar su casa", ha afirmado Farr.
Los conflictos suelen acentuar otros factores, como los fenómenos climáticos, la inestabilidad económica o las desigualdades, devastando los medios de vida de la población. Por ejemplo, continúa el informe, la crisis alimentaria en el África Oriental y el sur de África se han agravado por fenómenos climáticos como las sequías o las inundaciones, sumadas al aumento de los precios de los alimentos globalmente, un aumento asociado a los cierres durante la pandemia y otras interrupciones de la cadena alimenticia relacionadas con la guerra entre Rusia y Ucrania.
¿Objetivo 2030?
Teniendo en cuenta la situación actual, el compromiso de la comunidad internacional de alcanzar el objetivo "hambre cero" para el 2030 sigue siendo poco realista. Oxfam Intermón afirma que los Estados y las instituciones de todo el mundo, incluido el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, tienen que exigir responsabilidades a los que cometan "crímenes de hambre", de acuerdo con el derecho internacional.
Según su opinión, para romper el círculo vicioso de la inseguridad alimentaria y los conflictos, los líderes mundiales "tienen que abordar frontalmente las condiciones que los generan: el legado colonial, las injusticias, las violaciones de los derechos humanos, y las desigualdades, en lugar de ofrecer soluciones rápidas que solo funcionan como parches".