Durante semanas previas al inicio de la invasión rusa de Ucrania se ponía mucho énfasis en que Rusia no podría provocar una guerra en Ucrania porque precisamente eran como "hermanos" o bien parte de una misma familia. Algunos se esforzaban en remarcar este vínculo familiar para aferrarse a la imposibilidad de presenciar una nueva guerra. Otros, quizás lo subrayaban para despistar. El caso es que, después de una guerra a gran escala en el corazón de Europa, el sentimiento y la identidad de Ucrania ha vivido cambios. Unos cambios que, evidentemente, no se han presenciado de un día por el otro, y algunos ya hace tiempo que respiran.
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"Todavía queda mucho de la época de la antigua URSS en la identidad ucraniana. Y eso se ve en aspectos de la percepción de Ucrania como país, internamente, pero también en política exterior", explica Liudmila, miembro del personal de la Universidad Nacional Petro Mohyla del Mar Negro, en conversación con ElNacional.cat. "Eso es una consecuencia de una larga influencia rusa sobre Ucrania y los ucranianos, la presencia de agentes especiales rusos en Ucrania y también la doctrina de la 'Paz Rusa'. Rusia está reescribiendo la historia de Ucrania diciendo ahora que no existe. Que fue creada por Rusia. Hoy, Ucrania está luchando por su identidad e independencia como nunca".
"La identidad ucraniana es lo que está pasando hoy, un sentido de pertenecer a una nación que está siendo construida. Estamos sufriendo por nuestros valores, unos símbolos y unas propiedades que se distinguen entre la gente ucraniana, la comunidad ucraniana y la cultura de los otros," detalla Vitalii, miembro de la Universidad Nacional Úzhgorod. "Es entender que hay unas tradiciones que estaban inherentes en tus antepasados". Insiste en que "hay gente que todavía lamenta el colapso de la URSS y que recuerdan como era de buena la vida soviética, cuando acaban los estudios y tenían un trabajo que les duraba casi toda la vida". En este sentido, explica que "cuesta un poco más de 30 años cambiar a las élites políticas que tienen una visión más europeísta y no la mentalidad soviética". Así, subraya que "la gente que ha nacido después de la independencia de Ucrania, serán los que serán capaces de tener un rol político en este sentido".
El efecto de la guerra en la identidad ucraniana
Una opinión presente en muchos profesores universitarios. Larisa Mistik, profesora asociada de la Universidad Estatal Nizhyn Gogol, argumenta que la guerra incluso podría haber acelerado este proceso. "Quizás no solo ha acelerado, sino que ha completado el proceso de dejar atrás los tiempos soviéticos. Ahora, esta herencia está asociada con Rusia como estado terrorista, con el mundo ruso como fuente de pobreza, ignorancia y propaganda".
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Preguntado por una definición precisa sobre la identidad ucraniana, Miroslav, estudiante de la Universidad Estatal Nizhyn Gogol, en la región de Chernígov, lo tiene claro: "Sufrimiento". Cree que siempre ha sido un "sufrimiento", aunque confía en que una victoria podría aportar un poco de "descanso". La población empezó a manifestarse o verse más patriótica en el 2014, cuando salías a la calle, siempre podías encontrarte con banderas ucranianas. Con el tiempo se fue perdiendo. Pero en el 2022, todo este sentimiento volvió con mucha fuerza. No hay un punto de retorno, ahora solo hacia adelante, no habrá un Minsk 3 (refiriéndose a los acuerdos de Minsk), todo el mundo está preparado para escalarlo hasta ganar".
"Al principio de la guerra, la gente estaba en choque y vivía un tiempo de incertidumbre. Después, la moral y el patriotismo se hicieron un lugar, y también el odio contra el Kremlin, que aumentó exponencialmente," detalla Vadim, de la misma universidad. "Todavía hay algunos elementos que continúan enquistados, fruto de la Unión Soviética, pero no tienen por qué ser malos, algunos son parte de la misma identidad. Eso sí, algunas cosas haría falta que fueran erradicadas".
Andriy Plokhotinuk, estudiante de tercer curso de relaciones internacionales en la Universidad Nacional de Odesa, resalta que "ser ucraniano es una cuestión de memoria". "Creo que no hay ni punto de comparación entre lo que era sentirse ucraniano antes de la guerra y ahora. El 2014, era un intento de hacerlo muy rápido, con menos sangre. Los agentes rusos buscaban un punto débil. Durante años, desde el 2000, había una máquina política para preparar los locales para la invasión. Quizás si hubieran tenido más años, habrían preparado mejor el terreno. O no". En este sentido, constata que la revolución del 2014, conocida también como la Revolución Naranja supuso un paso importante y demostró que "Ucrania estaba lista para salir de la influencia rusa y 'forzó' Rusia a moverse del poder blando (es ejercer el control de las acciones de las personas mediante elementos culturales como el lenguaje, las expectativas y las imágenes) al poder duro (concepto que se refiere al poder nacional basado en medios militares y económicos) y utilizar la fuerza militar".