El clima de la Tierra está cambiando rápidamente. Concretamente, la temperatura de la Tierra. Esta está aumentando y también la frecuencia de los incendios forestales y sequías. En otras zonas, los temporales y tormentas son cada vez más intensos e incluso se acelera el ritmo del deshielo de los glaciares. Este verano ha sido una buena prueba de eso y también este inicio de septiembre con los terremotos de Marruecos y el temporal Daniel que ha arrasado Libia.

Mirando atrás, entre el 2000 y en el 2019, los glaciares del mundo perdieron alrededor de 267 gigatoneladas de hielo por año, tal como destaca el portal The Conversation. La fundición de los glaciares contribuye al aumento del nivel del mar (que actualmente crece aproximadamente 3,3 milímetros por año) y a más peligros costeros, como ahora inundaciones y erosión. Ahora bien, el mismo artículo señala que los cambios del clima no solo pueden influir en los peligros en la superficie de la Tierra. Los aguaceros recientes y glaciares dan pistas que bajo la superficie de la Tierra también pasan cosas, como por ejemplo, terremotos y erupciones volcánicas.

La temperatura de la Tierra afecta a las lluvias

Una atmósfera más cálida puede retener más vapor de agua, lo que posteriormente conduce a niveles más altos de precipitación. Curiosamente, los geólogos han identificado durante mucho tiempo una relación entre las tasas de lluvia y la actividad sísmica, destaca el mismo artículo de The Conversation. En el Himalaya, por ejemplo, la frecuencia de los terremotos está influenciada por el ciclo anual de precipitaciones de la temporada de monzones de verano.

Las investigaciones revelan que el 48% de los terremotos del Himalaya tienen lugar los meses más secos previos al monzón —marzo, abril y mayo—, mientras que solo el 16% pasa en la temporada del monzón. Durante la temporada de monzones de verano, destaca el mismo artículo, el peso de hasta 4 metros de lluvia comprime la corteza tanto vertical como horizontalmente, estabilizándola. Cuando esta agua desaparece en invierno, el "rebote" efectivo desestabiliza la región y aumenta el número de terremotos que se producen, resalta el artículo.

Libia y Marruecos, castigados

Marruecos sufrió el pasado sábado un terremoto de magnitud 6,8, y ha sido el más fuerte que ha vivido el país desde 1900. Tal como destaca el National Geographic, la región del Marruecos, como muchas otras zonas por todo el mundo, está sujeta a fuerzas tectónicas que, a veces, pueden liberar energía en forma de terremotos. Marruecos está cerca de la convergencia de varias placas tectónicas importantes: la placa africana y la placa euroasiática.

En este contexto, la misma publicación constata que la africana abarca gran parte del continente africano, partes del océano Atlántico e Índico, y la euroasiática, gran parte de Europa y Asia, extendiéndose desde el Atlántico hasta el Pacífico, norte. Por lo tanto, esta convergencia es un área intensa de actividad geológica, un hecho que podría comportar estos movimientos sísmicos, resalta el artículo.

En el caso de Libia, el temporal se convirtió en un medicán

La palabra medicán, que fusiona los términos Mediterráneo y huracán, da nombre a un fenómeno que podría ser cada vez más frecuente. La meteoróloga Mar Gómez explicaba en otro artículo del National Geographic que los medicanes son "un tipo de bajas o ciclones en superficie, la apariencia visual y mecanismo interno de funcionamiento de los cuales es muy similar al de un ciclón tropical, pero sin que su origen sea en latitudes tropicales". En este sentido, Gómez insistía en que "el aire frío en altura en contraste con el mar cálido es uno de los ingredientes necesarios para la formación de un medicán". El resultado es que a estas alturas las autoridades de Libia pronostican lo peor: la cifra de muertos podría ser superior a los 20.000.

 

 

Imagen principal: Marrakech / Efe