El estado de Filadelfia (Estados Unidos) tendrá que indemnizar a 343 activistas antirracistas con una suma total de 9,25 millones de dólares (8,6 millones de euros) por sufrir agresiones de la policía en el marco de las protestas por el asesinato de George Floyd, precisamente por la brutalidad de un agente que lo asfixió. El caso, que se saldó con la condena de cuatro exagentes, acaparó una fuerte resonancia mediática internacional y desencadenó manifestaciones masivas por todo el país contra la violencia policial racista, en las cuales las fuerzas de seguridad utilizaron todavía más la fuerza bruta. Esta semana, las partes han llegado a un acuerdo después de que los querellantes denunciaran la fuerza "excesiva e irracional" de los agentes contra ellos y una actuación policial durante las protestas los dejó con heridas físicas que, en algunos casos, "requirieron tratamiento médico y hospitalización" y les provocaron "angustia emocional", según detalla la denuncia recogida por la CNN.
Brutalidad policial en las protestas por el asesinato de George Floyd
Los agentes de la Policía de Filadelfia reprimieron las protestas que reunieron durante semanas a decenas de miles de personas con "gas lacrimógeno, espray de pimienta y balas de goma", además de "arrestar a participantes y a otros transeúntes" durante las protestas contra la brutalidad policial bajo la consigna 'Black Lives Matter'. Ahora bien, el texto del acuerdo no incluye una admisión de culpa por parte de los agentes, pero sí que aceptan dejar de participar en el programa 1033, un programa federal que, según la Fundación de Defensa Legal que formaba parte de la acusación, "sirve para armar policías locales y del estado con equipamiento y armas militares".
Indemnización sin precedentes a manifestantes agredidos
Según su opinión, la indemnización de los manifestantes agredidos es un "acuerdo sin precedentes" en materia de denuncias por el uso excesivo de la fuerza policial, y puede abrir el camino a otras denuncias similares en los Estados Unidos. La ciudad de Filadelfia fue una de las más activas en las protestas contra la brutalidad policial después de la muerte de George Floyd en Minneapolis, a causa de un paro cardiaco posterior al hecho de que el agente Derek Chauvin presionara con su rodilla el cuello de la víctima durante más de nueve minutos, que llegó a alertar más de 20 veces de que no podía respirar.