El 20 de marzo del 2023 empezó la invasión de Iraq capitaneada por los Estados Unidos y seguida por otros países como el Reino Unido o España. Cuando se cumplen 20 años del inicio de esta invasión, es inevitable mirar atrás para entender cómo esta hace dos décadas que marca el país, sus habitantes y el futuro de ambos. El país todavía está en proceso de reconstrucción, con un sistema político inestable y sobrevive gracias a una peligrosa dependencia casi exclusiva del petróleo.
Iraq todavía sufre las consecuencias de la invasión que, sumada a la corrupción rampante de la clase gobernante instaurada durante la ocupación, ha estancado en una espiral de crisis uno de los países más ricos en petróleo del planeta. El discurso del expresidente estadounidense George Bush del 1 de mayo de 2003 Mission Accomplised celebraba que sus tropas habían liberado Iraq y daba por cerrado el conflicto. Como se podía prever, nada más lejos de la realidad.
Un país destruido
Lo que se vendió que sería una acción militar relámpago, acabó por no serlo y dejó una grave herida de años al país. "Si miras atrás, había que deshacerse de Saddam, pero no mediante una invasión. Se acercaban algunos cambios de base, cambios sociales dentro de Iraq. Habría sido buena idea limitar la invasión simplemente a acabar con Saddam y con su círculo, y no destruir todo el país y sus instituciones", lamenta en Efe Sarkawt Shams, hasta el 2021 diputado en el Parlamento iraquí al frente de una formación kurda.
Los años de ocupación americana dejaron un balance de entre 100.000 y 500.000 muertos. Además, los ataques estropearon la capacidad del país para asegurar las necesidades de sus ciudadanos, por ejemplo, todavía no se asegura un suministro eléctrico constante en algunas zonas del Estado.
Mohammad Othman al-Khalidi, otro exdiputado, en este caso suní, observa "el elevado precio" que se pagó para liberarse de Saddam Hussein. "El deterioro de los servicios y de la infraestructura, la alta pobreza, el desempleo, el desplazamiento forzado y la sensación de inestabilidad", específica.
Hay libertad
"Iraq es libre", aseguró en el mencionado discurso Bush. En su momento se discutió mucho si esta ambiciosa afirmación del presidente estadounidense era cierta, es posible preguntar: ¿lo es dos décadas después? Después de la caída del dictador, los Estados Unidos asumieron el mando político de Iraq e instauraron, bajo una especie de "virreinato" de Paul Bremer, una serie de líderes opositores al antiguo régimen que se encontraban en el exilio, a los cuales se les encomendó construir un país de cero.
"El legado (de la invasión) es traer políticos exiliados incompetentes para gobernar y dejar el país en manos de señores de la guerra, mientras que los Estados Unidos no garantizaron la supervivencia de la sociedad civil," sentencia Shams. De acuerdo con Al-Khalidi, la caída de Saddam y la falta de planificación del proceso de transición supuso también la proliferación de grupos armados, como es el caso de Al Qaeda, y de milicias leales a clérigos chiíes y a líderes políticos que "impusieron el dominio" en Iraq, una cosa que hoy día sigue pasando, lamenta.
Por otra parte, el año 2005 se aprobó la Constitución iraquí, la cual garantizó unos derechos impensables durante Saddam para todas las comunidades religiosas y etnias que componen Iraq, que fueron oprimidas durante una dictadura que no toleraba ningún tipo de disidencia o crítica. Salem al-Anbaki, parlamentario de actual coalición mayoritaria en el Legislativo de Iraq, plantea: La pregunta más importante es: ¿hemos llegado a un proceso político democrático integrado? La respuesta es no".
Retos de futuro
En la línea que marca al-Anbaki, veinte años después, entre los mayores retos que mantiene Iraq es la instauración de una democracia llena. La mala gestión y la destrucción de las instituciones que todavía están en vías de recomposición han generado una gran lacra en la que fue la cuna de la civilización universal: la corrupción. "No creo que sea justo decir que Iraq es un estado fallido, pero es definitivamente frágil. Seguramente tardará un par de décadas más en ser un actor estable y fuerte en la región", lamenta Shams.
Aznar, 20 años después: "No me disculparé"
Mientras que otros líderes del momento han pedido disculpas por su responsabilidad con la invasión de Iraq (algunos con la boca muy pequeña), el popular José María Aznar se niega a hacerlo. En su línea habitual en que la disculpa no es nunca una opción, ha afirmado: "No me disculparé". "Si hoy tuviera la misma información (sobre Iraq de Saddam Hussein que en el 2003) volvería a tomar la misma decisión", ha afirmado y ha añadido que está "orgulloso" de esta.