"Estoy gravemente preocupado por las escenas de violencia registradas en Irlanda del Norte". Con este tuit, el primer ministro británico, Boris Johnson, condenaba ayer los episodios de violencia que se están sucediendo en las áreas protestantes de Irlanda del Norte durante los últimos días, los cuales han provocado grandes daños, lesiones a medio centenar de policías y que han hecho saltar todas las alarmas políticas por miedo de una escalada de la violencia.
Unos disturbios que tuvieron su punto álgido durante la noche de ayer, con el secuestro y posterior incendio de un autobús en Belfast y la agresión a un fotoperiodista. Según recoge la agencia EFE, los disturbios están protagonizados principalmente por jóvenes unionistas, que buscan, además del enfrentamiento con la policía, la confrontación con la comunidad católica-nacionalista irlandesa en las zonas que dividen en bandos la capital norirlandesa, denominadas eufemísticamente "líneas de paz".
Ante la situación, el Ejecutivo norirlandés, de poder compartido entre protestantes y católicos, ha emitido un comunicado que pide el fin de los "deplorables" ataques en los cuales, según la Policía autónoma (PSNI), han estado implicados grupos paramilitares lealistas (leales a la corona británica).
Malestar acumulado: el Protocolo Irlandés
Según algunos observadores, el rebrote de la violencia se debe al enfrentamiento entre la policía autónoma y el partido pro-británico Partido Democrático Unionista (DUP), molesto porque la semana pasada las autoridades decidieron no imputar a miembros de Sinn Féin, brazo político del ya inactivo Ejército Republicano Irlandés (IRA), que asistieron en junio al funeral de un antiguo líder paramilitar a pesar de las restricciones por la pandemia. Una circunstancia que se suma a la incomodidad de la comunidad unionista-protestante a raíz del Brexit y su controvertido Protocolo Irlandés, el cual consideran que pone en peligro su relación con Londres, especialmente ante el embate de los partidos nacionalistas para conseguir la reunificación de la isla.
En este clima de creciente crispación, el ministro irlandés de Asuntos Exteriores, Simon Coveney, ha advertido hoy que los disturbios "causarán muertes" si los políticos no trabajan juntos para "rebajar la tensión" y abordar "los desafíos" a través de la vía democrática. "Es muy preocupante ver que hay esfuerzos por provocar una reacción de la comunidad nacionalista y extender la violencia más allá de las comunidades lealistas", ha dicho Coveney, que ha pedido recuperar el espíritu del acuerdo del Viernes Santo, el texto que puso fin al conflicto en la región y que cumplirá 23 años este sábado. De momento, Londres abordará la situación a través del ministro para Irlanda de Norte, Brandon Lewis, que se ha reunido hoy con los principales partidos de la región.