El gobierno italiano ha aprobado esta semana un decreto para construir un puente entre la península y la isla de Sicilia, un proyecto que el país ha debatido y planteado durante décadas, aunque sin éxito. El ministro de Infraestructuras, Matteo Salvini, ha confirmado la norma que permitirá reiniciar de manera inmediata el proceso de planificación y construcción de este puente en el estrecho de Mesina, una de sus grandes apuestas desde que encabeza este ministerio del gobierno de la ultraderechista Giorgia Meloni.
El proyecto vuelve a poner en marcha la sociedad Stretto di Messina, encargada de construir el puente, que ahora, además, contará con la participación del Ministerio de Economía y el de Transportes, y también de las regiones de Sicilia y Calabria. La intención del Ejecutivo es reanudar un diseño de la infraestructura presentado años atrás, aunque se actualizará para adaptarlo a las nuevas normativas de seguridad y medio ambiente.
El puente atirantado más largo del mundo
El ministerio italiano ha explicado, en un comunicado, que "el nuevo proceso de autorización tendrá que asegurar el puente atirantado más largo del mundo (3,2 kilómetros), que será la joya de la corona del arte de la ingeniería italiana". Salvini, que hizo de este proyecto su gran apuesta, ha defendido que el puente será un "motor de crecimiento" para el sur de Italia, además de una importante atracción turística. Por su parte, el ministro de Protección Civil y Políticas del Mar, Nello Musumeci, también ha celebrado que el decreto ley aprobado "es un primer paso concreto hacia la realización de una infraestructura estratégica esperada desde hace más de un siglo". "El puente permitirá, junto con ferrocarriles rápidos, carreteras modernizadas y puertos equipados, hacer del sur de Italia la base logística de Europa al Mediterráneo. Pongámonos manos a la obra", ha asegurado.
La propuesta de diseñar un puente para unir Sicilia con la península se ha puesto encima de la mesa en numerosas ocasiones desde la fundación de Italia como Estado, en el siglo XIX. El primer gran paso fue en 1981, cuando el gobierno creó la empresa Stretto di Messina, la misma que se ocupará de construirlo en la actualidad, pero no hizo ningún otro gesto para sacar el proyecto adelante. La idea fue reanudada años más tarde, en el 2000, por el magnate y primer ministro Silvio Berlusconi y cinco años después fue parada por el socialdemócrata Romano Prodi. En el 2012 el tecnócrata Mario Monti dio un carpetazo al proyecto que parecía definitivo, ante las políticas de austeridad presupuestaria.
La idea de conectar el estrecho, sin embargo, se siguió debatiendo. Asimismo, el Ministerio de Infraestructuras elaboró en mayo del 2021 un informe que descartaba la posibilidad de unirlo con túneles submarinos y exigía la realización de estudios sísmicos, ya que la zona registra terremotos. Las frecuentes erupciones de volcanes como el de la próxima isla de Estrómboli o el Etna, el más activo de Europa, también dificultaban esta opción y, finalmente, el gobierno italiano ha decidido apostar por construir el puente atirantado más largo del mundo.