Victoria histórica del independentismo en la Polinesia Francesa. El archipiélago, que se encuentra en medio del Océano Pacífico, ha celebrado este domingo la segunda vuelta de las elecciones legislativas, en las que se ha impuesto el partido Tāvini Huiraʻatira, partidario de la independencia de Francia. Y lo ha hecho con comodidad: la formación se ha llevado un 44,3% de los votos, prácticamente doblando los apoyos conseguidos ahora hace cinco años. El sistema electoral de la Polinesia Francesa reparte proporcionalmente dos terceras partes de los diputados, mientras que el otro tercio va al partido ganador. De esta manera, Tāvini se ha hecho con 38 de los 57 representantes a la asamblea parlamentaria, el que significa una mayoría absoluta para los independentistas.
En los últimos años, las opciones soberanistas no habían recogido mucho apoyo en las urnas, y siempre se habían impuesto los partidarios de mantener el statu quo actual, basado en el autonomismo. Pero este domingo, el partido gobernante Tāpura Huiraʻatira, próximo al espacio ideológico de Emmanuel Macron, ha sufrido un gran revés por parte de los independentistas. Eso significa que Édouard Fritch dejará de presidir las islas, y previsiblemente pasará el relevo a Moetai Brotherson.
French Polynesia, territorial elections:
— Oceania Elects (@OceaniaElects) May 1, 2023
With 38/57 seats, the pro-independence Tāvini (centre-left to left-wing), allied to NUPES, has obtained its best result ever.
Polynesia will be ruled by an exclusively left-of-centre government for the first time ever. pic.twitter.com/X85cjpxJcY
La Polinesia Francesa está compuesta por más de un centenar de islas en que viven cerca de 280.000 habitantes. El territorio empezó a acostumbrarse a las visitas de los europeos a partir del siglo XVI, antes de ser anexionado por Francia bajo la forma de protectorado desde 1842. Su categoría ha ido cambiando desde entonces para hacer frente a los reclamos autonomistas e independentistas, convirtiéndose en territorio de ultramar en 1945, colectividad de ultramar en 2003, y pais de ultramar desde 2004 --el único lugar francés con esta designación-. Demográficamente, casi un 85% de la población tiene herencia polinesia llena o parcial, mientras que un 12% son europeos.
Una tendencia que lleva hacia el referéndum
El auge del independentismo en la Polinesia Francesa ya se dejó entrever el año pasado, cuando Tāvini Huiraʻatira hizo también historia a las elecciones legislativas francesas. Por primera vez, la formación de izquierdas se llevó a los tres diputados que corresponden para el archipiélago a la Asamblea Nacional Francesa. En las anteriores elecciones, el partido solo había obtenido un representante.
En una entrevista de hace un mes, antes de la primera vuelta electoral, el próximo presidente Moetai Brotherson explicó que el camino de la Polinesia Francesa hacia el pleno soberanismo seguiría "todos los medios democráticos y legales, sin ninguna violencia." "La independencia nunca se impondrá, será una elección que harán, o no harán, los polinesios al final de un proceso de autodeterminación", dijo. Así pues, Brotherson se plantea empezar un proceso para negociar con el gobierno francés de qué manera la población insular podrá escoger su futuro. Un camino que tiene que llevar, cruz, a un referéndum de independencia. "Inevitablemente, habrá un acto de autodeterminación al final de este proceso y serán los polinesios quienes escogerán".
Moetai Brotherson tendrá un ejemplo a seguir: el de Nueva Caledonia. Después de llegar a un acuerdo con el gobierno francés, esta colectividad de ultramar consiguió pactar tres referéndums de independencia casi consecutivos, pero ninguno de ellos dio resultado. El primero, celebrado en el 2018, reunió un 43% de votos a favor de la plena soberanía; mientras que dos años después el porcentaje bajó hasta el 34%. Un año después, solo un 3,5% de electores se decantaron a favor en una votación marcada por la elevada abstención, a causa del boicot de los grupos independentistas. Sin embargo, Emmanuel Macron reconoció los resultados y celebró el 'no' a la división, con un clamor para construir "un proyecto común" entre los dos territorios una vez superada "la alternativa binaria entre el 'sí' y el 'no'".