El expresidente del Brasil, Jair Bolsonaro, no aceptó de buen grado la derrota ante el candidato de la izquierda el año 2022, Luiz Inácio Lula da Silva, actual presidente brasileño. Si bien el asalto al Congreso por parte de los seguidores de Bolsonaro sorprendió al mundo, este estallido de violencia bolsonarista no era todo lo que había planeado. La semana pasada la Policía Federal del Brasil presentó cargos contra el expresidente de extrema derecha para tratar de derrocar Lula da Silva con un golpe de Estado. Este miércoles, la policía revela que Bolsonaro tenía "pleno conocimiento" de los planes de los militares golpistas para asesinar, por envenenamiento, el entonces presidente electo.

Según un informe policial desclasificado, el magnicidio, previsto para ejecutarse antes de la investidura de Lula, el 1 de enero de 2023, también tenía como objetivo matar al vicepresidente electo, Geraldo Alckmin, y el juez de la Corte Suprema, Alexandre de Moraes, en la época jefe del Tribunal Superior Electoral y ahora relator de esta causa.

"Las evidencias recogidas indican que Jair Bolsonaro tenía pleno conocimiento de plan operacional (Puñal Verde y Amarilla), así como de las acciones clandestinas practicadas bajo el sobrenombre Copa 2022", se recoge en el informe. La policía se basa en "los registros de entrada y salida de visitantes al Palacio de la Alvorada", residencia oficial de la Presidencia, en "el contenido de diálogos entre interlocutores del núcleo próximo" del líder ultraderechista y al "análisis de fechas y reuniones celebradas durante esta época".

¿Cómo era la trama golpista?

La trama golpista destapada por la Policía brasileña muestra en detalle el macabro plan para el asesinato a Lula da Silva, en lo que se incluía la participación de militares de élite, armamento de guerra e incluso el uso de agentes químicos, según las mismas autoridades. Sin embargo, no todo era tan sofisticado, ya que los sospechosos utilizaron nombres de países (Japón, Alemania, Austria, Argentina, Brasil y Ghana) para conservar su anonimato como la famosa serie La Casa de Papel. A sus objetivos también los pusieron sobre nombres como Jeca en Lula o Joca en Alckim.

La acción fallida se tejió en los despachos y en las calles de Brasilia, con la idea de ejecutarlo el 15 de diciembre del 2022, dos semanas antes de la investidura de Lula, y mantener así en el poder a Bolsonaro. Lo dejaron casi todo por escrito, en documentos y mensajes que la policía recuperó después de dos años de indagaciones. Un plan con un guion propio de una película de ficción.

Las autoridades sitúan al general de la reserva, Mario Fernandes, que entonces ejercía como secretario ejecutivo de la Secretaría General de la Presidencia, como el cerebro del plan. El brazo ejecutor sería un grupo de kids protos (chicos negros), una fuerza de élite del Ejército, cuyos integrantes reciben esta denominación porque utilizan gorras negras. Algunos de estos kids protos fueron detenidos la semana pasada, junto con Fernandes.

Para la ejecución de Jeca (Lula), los investigados citan "la posibilidad de envenenamiento o el uso de agentes químicos para provocar un colapso orgánico, teniendo en cuenta su vulnerable estado de salud y las visitas frecuentes al hospital". También hablan de eliminar Joca (Alckmin) y un tal Juca. La policía no ha conseguido identificar a quien era este tercer objetivo, pero su "neutralización desarticularía los planes de la izquierda más radical", según los golpistas, que además planificaron un plan de huida al extranjer para el mismo Bolsonaro.