Hace más de una década, Túnez fue la cuna de la Primavera Árabe y los sueños de un futuro donde el país tuviera unas elecciones libres y una democracia llena se tambalean a medida que la población se encamina hacia sus terceros comicios presidenciales. Varios analistas de la región alertan a Euronews que es poco probable que las elecciones de este domingo sean libres y justas, aunque todavía es menos probable que la Unión Europa se pronuncie, ya que el actual gobierno y sus políticas ya le van bien. Más de 9 millones de tunecinos están llamados a votar este domingo entre el poco conocido líder del Movimiento del Pueblo, Zuhair Magzhaui; un candidato a la prisión, Ayachi Zamel; y el presidente de Túnez, Kaïs Saïed, que será muy previsiblemente reelegido. De hecho, Saïed ya se lo ha hecho venir bien para que así sea.

Si bien en las elecciones anteriores los observadores internacionales elogiaron el proceso democrático, todo apunta que la historia no se repetirá. La autoridad electoral designada por Saïed que tiene que velar por el buen funcionamiento de los comicios, ha tomado decisiones que hacen dudar de su imparcialidad. Por ejemplo, ante esta autoridad se han presentado diecisiete potenciales candidatos con todo en regla y solo se han aceptado tres. De hecho, esta autoridad electoral ha hecho caso omiso a una sentencia judicial que lo obligaba reincorporando a tres candidatos. Además, en los meses que han precedido las elecciones han sido marcados por detenciones y condenas por acciones políticas.

La represión política en Túnez ha salpicado en las figuras más conocidas de la oposición. Todo ha conducido a la mayoría de las formaciones tunecinas a llamar al boicot de estas elecciones. Los comicios se celebran en un "clima de miedo y represión", denuncia sociedad civil y partidos políticos que ayer convocaron una manifestación de rechazo en el centro de Túnez, y una aparente indiferencia ciudadana preocupada por la crisis económica estructural y el elevado desempleo, por encima del 15%.

¿Quién es Kaïs Saïed?

Kaïs Saïed, de 66 años, era un desconocido profesor de derecho constitucional cuando llegó al poder en el 2019, de tendencia conservadora y austera, que prometió luchar contra la corrupción y responsabilizó a los partidos políticos de todas las dificultades de la transición. Fue escoger democráticamente a las elecciones del 2019 en segunda vuelta con el 72,71% del apoyo y el 56,81% de participación.

En julio del 2021, en medio de las turbulencias políticas de la transición política que se alarga durante años, el presidente suspendió el Parlamento y se arrogó plenos poderes, ante denuncias de "golpe de Estado", y desde entonces ha instaurado un nuevo sistema ultrapresidencialista con una nueva Constitución aprobada a referéndum (70% de abstención) que limita las funciones de la Cámara. Los partidos políticos quedaron excluidos de las elecciones legislativas del 2022, que solo movilizaron al 11% del electorado.

La buena relación de la UE y Túnez: subcontratando el control migratorio

Si bien todo apunta que Túnez se hunde en el camino para consolidarse como una autocracia, desde la Unión Europea se pasa de puntillas y se consolidan pactos para que el gobierno de Saïed gestione el flujo emigratorio en sus fronteras para que no llegue a las europeas. Un acuerdo entre la UE y Túnez, que se firmó en el 2023, está diseñado para reducir el número de migrantes que intentan la peligrosa travesía del Mediterráneo. A cambio, Túnez recibe centenares de millones de euros de ayuda financiera. La implementación de este acuerdo ya se ha dejado notar. Por ejemplo, el año 2023 135.000 migrantes llegaron a Italia, pero, en este 2024, el número se ha reducido hasta 51.000.