El secretario del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos, Robert F. Kennedy Jr., ha asegurado que el Trastorno del Espectro Autista (TEA) se puede prevenir y ha prometido encontrar la “toxina ambiental” que hay detrás del aumento de tasas de esta “epidemia” en el país. “Los genes no causan epidemias. Pueden generar vulnerabilidad. Se necesita una toxina ambiental”, ha dicho Kennedy, sin aportar pruebas ni exposiciones científicas, en declaraciones recogidas por NBC News.

El discurso de Kennedy contradice un estudio que publicaron ayer los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés), un organismo gubernamental que ha encontrado un aumento de tasas de autismo infantil en EE.UU. Aunque los expertos atribuyen este auge a una mayor concienciación y vigilancia del trastorno, Kennedy ha desestimado estas evidencias y ha culpado a factores ambientales de esta “enfermedad prevenible”. “Sabemos que es una exposición ambiental. Tiene que serlo”, ha insistido.

Kennedy anuncia un macroestudio

Es por eso que las próximas tres semanas anunciará una serie de estudios destinados a identificar las “toxinas ambientales” a las que responsabiliza del aumento de casos de autismo infantil en el país. “Sabemos cuáles son las cifras históricas y sabemos cuáles son las cifras actuales, y es hora de que todos dejen de atribuir eso a esta ideología de negacionismo epidémico”, ha indicado Kennedy.

Inquietud en la comunidad científica

La comunidad científica se mueve entre la perplejidad y la inquietud después del anuncio de este macroestudio que, según Kennedy, revelará las “causas” de la “epidemia del estudio”. “Quien pretenda resolver un problema tan complejo en cinco meses es un estafador”, dijo en X Neil Stone, especialista en enfermedades infecciosas en los University College Hospitals de Londres. Para Hugo Peyre, psiquiatra infantil del Centro Hospitalario Universitario (CHU) de Montpellier, en Francia, las declaraciones del secretario de Salud de los Estados Unidos muestran “un cierto desconocimiento de la literatura científica”. Aunque a día de hoy no se ha identificado una causa única, se han propuesto varios factores, como la neuroinflamación, la toma de algunos medicamentos como el antiepiléptico Depakine durante el embarazo, o predisposiciones genéticas. “Cerca de 200 genes han sido asociados con el autismo, y aproximadamente el 80% de los casos podrían tener relación con mutaciones genéticas”, explica Thomas Bourgeron, responsable de la unidad de genética humana y funciones cognitivas en el Instituto Pasteur.

El autismo es una condición del neurodesarrollo que afecta a la manera como una persona percibe el mundo y se relaciona con los otros. No se trata de una enfermedad, sino de una variación neurológica que puede manifestarse de formas muy diversas, desde dificultades en la comunicación y la interacción social hasta comportamientos repetitivos o intereses muy marcados. Por eso se habla de “espectro”, ya que cada persona autista es única y puede tener necesidades y capacidades muy diferentes.