"Apagad la tele. Apagadla. Porque es una máquina de lavar cerebros. Simplemente no escuchéis, encontrad otras fuentes de información. Buscad en internet, abrís vuestros corazones". Esta es la recomendación de la ex periodista del Channel One de la televisión estatal rusa Zhanna Agalakova a la población, a raíz del estallido de la guerra en Ucrania. Así lo ha explicado en una entrevista para la BBC, en la cual ha reflexionado sobre las razones que la llevaron a dejar su vocación de periodista, por la cual recibió la Medalla del Mérito a la Patria. Según su experiencia, la propaganda bélica diseminada en su canal, coincidiendo con la invasión del país vecino, ofrecía una visión totalmente distorsionada de la realidad. Eso es lo que provocó su renuncia al cargo de corresponsal en París a principios de marzo.
Mundos paralelos
Preguntada sobre qué es los que les diría a los espectadores rusos que un día confiaron en su profesionalidad para informarse sobre las noticias, Agalakova ha querido dejarles claro que "la guerra es maligna. La guerra es muerto". En cuanto a la manipulación de los medios cerca el orden de Vladímir Putin de invadir Ucrania a finales de febrero, la ex periodista ha asegurado que "Es como si vivieras en mundos paralelos. Incluso ahora, cuando miras las noticias de Rusia, es como dos planetas diferentes. En un planeta hay ruinas y desastre total, muerto y tragedia. En el otro mundo hay militares rusos, aclamados por la población local con flores, y únicamente hay victorias, y solo hay algo positivo y genial", ha descrito. Sobre la capacidad del régimen de Moscú para silenciar la información del exterior, Agalakova ha lamentado que "estos mundos no se mezclan. Y me sorprende mucho, cómo lo consiguen. Es increíble como le lavan el cerebro a la población".
La deriva de la TV rusa
Dentro de la burbuja propagandística que encapsula en estos momentos la sociedad rusa, la narrativa oficial del Kremlin es ahora algo esencial para controlar los pensamientos de la población y prevenir que se giren en contra del régimen actual. Es por eso que en las últimas semanas la televisión rusa, un espacio que gracias a la fuerte censura ya no cuenta con ninguna voz disidente, ha intensificado su discurso a favor del gobierno y contra Ucrania. Dando un repaso al canal de noticias estatal, destacan los intentos de los colaboradores con más influencia del país de defender la invasión, demonizar al enemigo, y mantener un equilibrio entre decir ser las víctimas de los ataques de Occidente y decir ser el bando que triunfa en el campo de batalla. Todo ello en un vórtice de teorías de la conspiración e interjecciones religiosas que recuerdan a los telepredicadores enloquecidos de los años ochenta. He aquí la histeria de la televisión rusa.