Después de cinco días de deliberación, los Estados Unidos han respondido finalmente a las demandas hechas por Rusia sobre la situación en Ucrania. El embajador norteamericano, John Sullivan, ha hecho entrega de la respuesta por escrito al viceministro de Exteriores, Alexander Grushkó, este miércoles. Aunque el contenido de la carta es secreto, todo parece indicar que las propuestas lanzadas por los rusos en la última reunión bilateral in extremis para garantizar la paz en Europa no han sido bien recibidas en Washington. Los norteamericanos se han negado a llegar a un compromiso con los rusos con respecto a la expansión de la OTAN, y han asegurado que los países de la Europa del Este seguirán teniendo la puerta abierta a formar parte de la Alianza si así lo quieren. Ahora, Rusia espera también la respuesta de la OTAN para clausurar una semana de esfuerzos diplomáticos para desescalar la tensión en la frontera con Ucrania.
La respuesta
Los EE.UU. quieren continuar las conversaciones con Rusia, pero no cerrarán la puerta a la entrada de Ucrania en la OTAN. Así lo ha asegurado el secretario de Estado norteamericano, Anthony Blinken, después de la entrega de las respuestas de Washington por escrito. De esta manera, las dos partes siguen enrocadas en un nivel de tensión sin precedentes desde la caída de la URSS, con fronteras y mares cada vez más militarizados. "Preferimos la diplomacia y estamos preparados para avanzar donde haya posibilidades de comunicación", ha señalado Blinken en una rueda de prensa. Según su opinión, el escrito entregado en Rusia "establece un camino diplomático serio, si Rusia lo decide". No obstante, Blinken ha vuelto a recordar que Washington también está "listo" para imponer sanciones a Rusia, que tendrían "graves consecuencias" si optan por la agresión en Ucrania.
¿Qué quiere Rusia?
Las garantías de seguridad exigidas por Rusia incluyen: detener la expansión de la Alianza, en particular en Ucrania y Georgia; cesar toda cooperación militar con las antiguas repúblicas soviéticas; y la retirada de las tropas y armamentos de la OTAN a las posiciones que ocupaban antes de 1997. Además, Moscú propone que los dos países confinen el armamento nuclear dentro de sus fronteras y que se retiren las armas ya desplegadas. Las dos partes también se comprometerían a la destrucción de la infraestructura ya existente en el extranjero, además de dejar de efectuar ensayos nucleares e instruir a especialistas civiles y militares de otros países. Los rusos han sugerido un proyecto de tratado a los EE.UU., mientras que a la OTAN les han remitido un acuerdo.