El acuerdo del Brexit que tanto costó cerrar, ahora cuelga de un hilo. Después de que el pasado lunes, el primer ministro británico, Boris Johnson, presentara unilateralmente un proyecto de ley que pretende anular partes del acuerdo con la Unión Europea (UE) con respecto a la fontera de Irlanda del Norte, Comisión Europea (CE) ha respondido. La CE ha anunciado este miércoles que reactivará un procedimiento de infracción contra el Reino Unido que había sido "congelado" y pondrá en marcha dos expedientes más después de la nueva ley. Se trata de unas sanciones que la UE ya advirtió que pasarían en caso de que Johnson persistiera en su voluntad en incumplir el acuerdo. "No hay duda, ni justificación legal ni política para cambiar de manera unilateral un acuerdo internacional (...). Es ilegal. También es extremadamente nocivo para la confianza mutua", ha asegurado el vicepresidente del ejecutivo comunitario responsable de las relaciones con el Reino Unido, Maros Sefcovic, según recopilación Europa Press.
Una de las sanciones se reactiva, un expediente sancionador que Bruselas había congelado en marzo del 2021 por un primer intento de incumplimiento del acuerdo del Brexit por parte de Londres. En su momento se puso el freno a este proceso sancionador con el fin de poder encontrar una solución a través de la negociación entre las diversas partes. Ahora, además de este primer aviso, se le suman dos expedientes más. Bruselas enviará al Reino Unido un dictamen motivado, segundo paso, del procedimiento de infracción y, en caso de que Londres no responda de manera "satisfactoria", la UE podría remitir el asunto al Tribunal de Justicia de la UE, advirtieron fuentes comunitarias a Efe.
La delicada frontera de Irlanda el Norte
Desde que se presentó el proyecto del Brexit, las dudas sobre la frontera con Irlanda han hecho saltar las alarmas. Se trata de la única frontera terrestre que tiene el Reino Unido y una de las más conflictivas. La división territorial en la isla irlandesa ha sido un punto candente a lo largo de la historia, tanto es así que con el Acuerdo del Viernes Santo de 1998 se establecía que no podía haber una frontera física entre las dos Irlandas. El Brexit, que no tuvo apoyo mayoritario a Irlanda del Norte, ponía en juego este acuerdo, ya que uno de los dos territorios pasa a no estar dentro de la Unión Europea y no podía disfrutar de su libre circulación como antes.
No vulnerar los acuerdos de paz de 1998 fue un gran problema para los negociadores del Brexit. De manera que, finalmente, Irlanda del Norte continúa dentro del mercado único europeo, y sus bienes pueden circular sin controles hasta la República de Irlanda. Eso también implica que los productos británicos que entran a la isla tienen que pasar controles en los puertos norirlandeses, hecho que incomoda a los unionistas de Londres, dispuestos a empezar otra guerra diplomática con Bruselas.