Bruselas ofrece al gobierno de Boris Johnson eliminar el 80% de los controles fronterizos post-Brexit en los productos agroalimentarios que lleguen a Irlanda del Norte desde Gran Bretaña. Una propuesta que solucionaría las disputas entre el Reino Unido y la Unión Europea que surgieron cuando las dos partes acordaron establecer controles aduaneros entre los territorios al hacerse efectiva la salida de la UE.
Un gesto para intentar evitar una guerra comercial, que se concreta en la propuesta de la Comisión Europea (CE) de recortar drásticamente los controles oficiales por la comida y ganado que entren a Irlanda del Norte desde el Reino Unido. Para el resto de mercancías, el ejecutivo europeo plantea "simplificar" el papeleo aduanero reduciendo a la mitad la documentación necesaria.
Facilitar la implementación del protocolo, sí; renegociarlo, no
Con todo, Bruselas se abre a negociar, pero insiste en que no se renegociará el Protocolo, sino que se limitarán a sugerir medidas que faciliten la "implementación" del acuerdo, que entró en vigor al principio de este año y establece que Irlanda del Norte continúa vinculada al mercado único comunitario.
Por lo tanto, las mercancías que se mueven entre este territorio y del resto del Reino Unido tienen que pasar controles. De esta manera, se consigue que no haya una frontera física entre Irlanda del Norte e Irlanda, país miembro de la UE.
Londres contra el protocolo
Los británicos posicionaron abiertamente en contra el protocolo y, de hecho, lo derogaron en 3 ocasiones. También se mostraban críticos con los procedimientos de infracción abiertos por la Comisión Europea a raíz del incumplimiento continuado del protocolo por parte del gobierno británico y con la supervisión del Tribunal de Justicia Europeo (TJUE).
La Comisión Europea (CE) recordaba que el TJUE es necesario para que Irlanda del Norte siga teniendo acceso al mercado comunitario de la UE, que es lo que se acordó en el Protocolo de Irlanda del Norte. Eso, a su vez, garantiza que la frontera entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda siga siendo invisible, un hecho necesario porque así se estableció al Acuerdo del Viernes Santo de 1998, que puso fin a tres décadas de conflicto violento.
Futuro incierto
Pero a raíz del Brexit, los miedos por el incremento de las tasas, el desabastecimiento en las tiendas y la presión de los norirlandeses unionistas (algunos de los cuales se retiraron del acuerdo de paz) han traído al gobierno de Johnson a aplazar su aplicación hasta tres veces.