La ruptura intencionada de la presa de Kajovska, situada en el río Dnipró a su paso por la provincia de Jersón, al sur de Ucrania, ha desencadenado una nueva crisis sin precedentes en el contexto de la invasión rusa. Desde el Kremlin y Kyiv se acusan mutuamente de estar detrás de la explosión que ha acabado con esta inmensa prisa. Pero mientras los autores no están claros, los efectos son más que palpables. Según las autoridades ucranianas, unas 40.000 personas se encuentran en peligro por las inundaciones que asolan los alrededores de los ríos, el ecosistema parte duramente con estas inundaciones e, incluso, las infraestructuras nucleares están en riesgo.
En total, 80 localidades se encuentran en la zona de peligro a lo largo del río Dniéper, cuya orilla izquierda ocupan las tropas rusas después de retirarse en otoño pasado del tercio norte de Jersón, y las fuerzas ucranianas la ribera derecha. La teoría de Kiev es que Rusia hizo volar la presa para, entre otras cosas, "crear obstáculos insuperables en el camino del avance de las Fuerzas Armadas de Ucrania", según expuso el asesor de la Presidencia, Mikhail Podolyak.
Sea cual sea la estrategia, el hecho es que poco después de la explosión las localidades en torno al río han empezado a inundarse, llegando en algunos puntos a los 12 metros de agua. La hidroeléctrica de Kajovska, construida a la década de los 1950, contenía 18 millones de metros cúbicos de agua que ahora se derraman sobre el río a toda velocidad. Todo deja una situación extremadamente peligrosa en la que ya se han registrado al menos 7 desaparecidos.
Un acto de "ecocido"
No solo los humanos de la zona están en un profundo peligro, también los otros elementos que conforman el ecosistema en torno a la presa. El agua arrasa y anega todo a su paso y eso tiene un gran impacto ecológico. Los expertos apuntan que se tardarían décadas para restaurar el estado del ecosistema. Eso afecta a todos los ámbitos de la vida, tanto desde la producción agraria hasta el estado del entorno. Ucrania está preocupada por las consecuencias ecológicas y agrícolas. Según la Presidencia ucraniana, al menos 150 toneladas de aceite de motor fueron vertidas al río Dniéper y existe el riesgo de más fugas de más de 300 toneladas. Es decir, varias generaciones se pueden ver marcadas por este ataque. Justamente por eso, Zelenski ha señalado que es un acto de terrorismo ruso, un crimen de guerra ruso y un "brutal ecocido".
Nuevas preocupaciones por la central nuclear de Zaporíjia
La preocupación por la ruptura de la presa también se trasladó inmediatamente a la próxima central nuclear de Zaporíjia, la mayor de Europa y bajo constante peligro por los ataques bélicos desde el inicio de la invasión rusa. El agua del embalse de Kajovska es necesaria para que la planta, ocupada por las tropas rusas, reciba electricidad para los condensadores de turbina y los sistemas de seguridad. Por eso, en el primer momento en que se supo de la explosión, saltaron las alarmas. Sin embargo, el estanque de enfriamiento de la central tiene hoy por hoy un nivel de agua de 16,6 metros, cosa que es suficiente, según la agencia nuclear ucraniana, Energoatom. El director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, ha recalcado que por ahora no hay un "riesgo inmediato" para la seguridad de la central, pero que si el nivel de agua en el depósito baja a 12,7 metros, ya no puede ser bombeada.