El líder de la república rusa de Chechenia, Ramzán Kadírov, ha propuesto usar como escudos humanos a los soldados de Ucrania capturados como prisioneros. La amenaza de Kadírov llega después del nuevo ataque con dron que han lanzado las fuerzas ucranianas este miércoles contra una comisaría de la capital chechena, Grozni. El aliado de Vladímir Putin ha dicho en un vídeo publicado en su Telegram que tienen que poner a los reclusos "en los tejados de las casas, al lado de los objetos fotografiados por los satélites norteamericanos, que protejan nuestro territorio".

La sugerencia de Kadírov se ha producido en una escena violenta. El líder de Chechenia ha amenazado a un grupo de prisioneros ucranianos con quien se ha reunido y a los que ha reprochado su buen estado. "Es como si estuvierais de vacaciones", ha ironizado cuando les ha preguntado si estaban alimentados y si tenían problemas. Kadírov ha escrito también que estos soldados capturados han logrado salvar sus vidas después de entregar las armas de forma "voluntaria" y ha hecho un llamamiento al resto de militares ucranianos que todavía dudan para que no se sacrifiquen por los "intereses" de Occidente y su "títere", el presidente Volodímir Zelenski.

Las fuerzas chechenas han detenido este miércoles en torno a las cinco de la madrugada, hora local, a los militares ucranianos, después del reconocimiento de un ataque contra un cuartel de las fuerzas especiales responsables de la protección de la república de la Federación Rusa. Kadírov ha declarado en su canal de Telegram que el dron ha atacado el centro de Grozni, la capital, y ha dañado el techo del edificio del Regimiento Especial de la Policía Ajmat Kadírov. Según el militar, el ataque ha provocado heridos, aunque no ha concretado la cifra. Se trata de la segunda ocasión en que las fuerzas ucranianas golpean territorio checheno, después de que en octubre fuera atacado un centro de formación de reclutas.

La figura de Kadírov

Varios medios europeos y estadounidenses han acusado a Ramzán Kadírov de participar en la organización de asesinatos de activistas de derechos humanos y de sus detractores en el extranjero, y también de abusar de su poder mediante el uso de fuerzas policiales y militares para secuestrar y torturar a los familiares de sus detractores (incluidos mujeres y niños) en la República de Chechenia y otras regiones de la Federación Rusa, acusación que él ha negado públicamente.