A los diarios de papel les quedan dos telediarios. Quizás. Mientras llega aquel segundo y fatal telediario, sin embargo, viven y luchan y hacen portadas, un artefacto fascinante que trata de detener el tiempo al tiempo que dan sentido a las pasadas 24 horas y una perspectiva de las siguientes 24. Casi nunca logran todo eso pero casi siempre llegan muy cerca. Este domingo, las primeras de la prensa occidental recurren a tres argumentos para tocar los atentados de París: guerra, prejuicios, luto.

Estamos en guerra

Este es el tema de portada de diarios muy serios –y otros que no tanto–. Con variadas intensidades, tomaron una de las ideas del discurso del sábado por la noche del presidente François Hollande. Ciertamente, un acto de guerra no es lo mismo que estar en guerra, y vale la pena reflexionar un poco más si el concepto aparecerá en la portada. Portadas que son pancartas, banderas, que insinúan la necesidad de devolver el golpe. Portadas hechas con la sangre caliente, más dirigidas a la víscera que al cerebro. Algunos ni se dieron cuenta de que combinan la palabra guerra y el símbolo de la paz pintado con la Torre Eiffel.

La prensa italiana, siempre visceral, pide revancha. La española, en su mejor tradición, quiere aumentar la temperatura del lector hasta el punto de ebullición. Los populares alemanes llaman a defender los valores atacados. Los regionales franceses presentan al ejército en la calle como diciendo que el Estado está listo. En medio, el Daily Mirror, el popular laborista británico, mezcla la violencia de la letra con la pasión del beso fotografiado.

Los inmigrantes, culpables

Era cuestión de segundos que los diarios con una agenda más conservadora apuntaran las luces largas sobre la inmigración del Oriente Próximo a causa de las guerras de Irak y Siria. Son los diarios ingleses, sobre todo el Daily Mail, que se aprovechan para avanzar sus obsesiones colgando la culpa a los huidos en dirección a su país, uno de los destinos preferidos de los inmigrantes –esos campamentos a la entrada del Eurotúnel, desbordados de personas que esperan una oportunidad para atravesar el canal de la Mancha–.

¿Qué pasa cuando los terroristas no son inmigrantes, sino nacionales franceses o belgas, como parece ser el caso? Pues que la portada se convierte en una manifestación de las manías de los editores o de sus ganas de contentar a los lectores que imaginan tener.

El homenaje y el luto

Otras portadas parecen editadas pensando más en la reacción de los compatriotas, con interés por entrar en una conversación más personal. Para salir del horror, contener la rabia, apaciguar el dolor, manifestar el luto, solidarizarse y rendir homenaje a las víctimas –todos nosotros–. Muchas vienen sin noticia ni titular porque, en estos casos, no queremos saber más noticias y los titulares son inútiles.

Esta es la fotografía más repetida en las portadas de los diarios de Europa y América, también de los que hablan de guerra. Es de Christian Hartmann, de la agencia Reuters:

Quizás estas primeras simbólicas son las que más se parecen a la gente, las más empáticas. Gente como los aficionados que salían del Stade de France entonando la Marsellesa, que no se sentían muy seguros, pero se pusieron a cantar los valores que los reúnen. O como los que el sábado por la noche acogieron a los que no podían volver a su casa dentro de la operación #porteouverte. O como los que este domingo por la mañana han ido a los lugares de los atentados a dejar velas, flores, postales, oraciones. O los que se han reunido en las plazas de todo el mundo en señal de luto por los muertos y para rechazar la barbarie. Quizás entre estas figuran las mejores: las que empujan a no dejarse llevarse por la revancha y a sostener los valores y actitudes que odian a los terroristas. Las que ponen en portada la esperanza.

Inclasificables

Siempre los hay. El muy inglés y muy conservador Sunday Telegraph titula por una historia dramática entre las mil que pasaron aquella noche: algunos de los que se escapaban de la sala de fiestas Bataclan escalando los balcones sobre la salida trasera. Eso obliga al diario a publicar una foto mala e ininteligible, sacada de un vídeo grabado con un móvil. Había mil fotos mejores, con más contenido y de mayor calidad. No se entiende.

El sensacionalista danés BT pone un titular que sirve mil veces: "Terror Sangrante". Quizás era el día de pensar diez minutos más. Masacres como la de París no son de cada día ni de cada año. El Vaticano hizo sentir su voz vía su diario oficioso: "No hay justificación", titula. Y dicen que la curia católica va lenta.

La cabeza fría

Otros han hecho un gran esfuerzo para mantener la portada agarrada a los hechos dolorosos o a sus crudas consecuencias. Algunos preguntan al lector, como si este tuviera alguna respuesta y no la confusión agria y puntiaguda de quien apenas puede entender nada. Siempre queda la duda de si esta frialdad profesional es una actitud empática en este momento terrible.

Ya se ha hecho todo

Una portada es una declaración y un escaparate. Aunque hace más doscientos años que se hacen, es difícil acertar, más aún en en días así. Es fácil criticarlas –después de la guerra todos somos generales– y también repetirlas. Hoy se vuelve a demostrar: los argumentos de las primeras de este domingo son casi los mismos que los de los diarios del día siguiente al atentado de las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001. Quizás los periodistas no hemos mejorado mucho. Quizás no había mucho más que decir. Quizás así está bien.