El ejército de los Estados Unidos de América (EE.UU.) llevaron a cabo un ataque aéreo en Siria el año 2019. El bombardeo puso fin a la vida de 80 personas. Se trata de uno de los bombardeos en territorio sirio que más vidas se ha cobrado, pero que las autoridades americanas mantuvieron en secreto.

New York Times ha sido el encargado de sacar esta operación militar a la luz. El ataque suscita muchas dudas de su legitimidad e incluso abre la puerta a cuestionar: ¿es un crimen de guerra? Estos no son preguntas que presenten los periodistas norteamericanos en su reportaje sino que propios miembros del ejército que participaron las formularon en sus jefes, sin embargo, se hizo caso omiso.

En nombre de la lucha contra el Estado Islámico

La operación militar estaba amparada dentro del gran cajón de sastre en que se ha convertido la lucha de los Estados Unidos contra el Estado Islámico (EI). Bajo el pretexto de atacar en miembros de la organización islamista a los americanos tiraron dos bombas (una, de 220 kilos y la otra, de 900) sobre una multitud de personas, principalmente mujeres y niños.

El cómputo de bajas fue de 80, 16 combatientes del Estado Islámico y cuatro civiles, según los informes internos de las mismas bastantes armas. ¿Cómo se justifican las otras 60 muertes? Según el ejército, no está claro que fueran o no civiles, ya que aseguran que las mujeres y los niños de aquellas zonas a menudo forman parte del EI.

Esta justificación no convenció ni a los militares de que formaban parte de la misión. La cabecera norteamericana relata cómo uno de los soldados de la misión vivió el momento: "'¿Quién ha dejado caer eso?' Un analista confuso escribió en un sistema de chat seguro que utilizaban los que supervisaban el dron. Otro respondió: 'Lo acabamos de tirar sobre 50 mujeres y niños'".

Denuncia desde dentro

Los hechos no dejaron tranquilos a algunos soldados que participaron en la misión y el primer grito de alerta surgió de entre las mismas filas del ejército. El teniente coronel Dean W. Korsak creía que había presenciado crímenes de guerra y presionó en varias ocasiones a los líderes de la Fuerza Aérea que investigaran los hechos.

Sus demandas no fueron escuchadas dentro del ejército, por eso Korsak alertó al inspector general independiente del Departamento de Defensa. Dos años después tampoco recibió ninguna noticia.

Desesperado, acudió al Comité de las Fuerzas Armadas del Senado. A los miembros del comité les hizo saber que tenía material secreto que quería que se investigara y añadió: "Estoy exponiéndome a un gran riesgo de represalias militares para enviar eso".

Korsak no ha querido hacer declaraciones a la prensa, de la misma manera que el ejército americano se ha quedado en silencio. En el caso de este último no es de extrañar, ya que la investigación del diario relata como en las semanas posteriores al bombardeo "el número de muertos se minimizó y los informes, se clasificaron".

 

 

Imagen principal: Dos soldados estadounidenses desplegados en el Oriente Medio / Europa Press