El presidente francés, Emmanuel Macron, ha abierto este martes su visita de dos días a Córcega, la primera que efectúa a la isla mediterránea como jefe de Estado, con un claro mensaje de firmeza frente a las reivindicaciones de los nacionalistas, animadas en los últimos meses por sus éxitos electorales.
Macron ha reservado sus primeras horas a los actos más simbólicos de su apretada agenda en Córcega, donde esta noche escuchará la posición de los líderes nacionalistas y mañana expresará su línea política en un discurso público. Pero desde sus primeros pasos en la isla ha querido marcar su postura, la de un presidente que no imagina a Córcega fuera de Francia y que no parece permeable a algunas de las principales reivindicaciones nacionalistas. Desde su llegada al Elíseo en mayo pasado, Macron parece haber enfriado la voluntad descentralizadora que expresó durante la campaña electoral.
Su visita a Córcega ha comenzado con un homenaje al prefecto Claude Erignac, asesinado de tres disparos por la espalda por terroristas corsos el 6 de febrero de 1998, el punto álgido de la violencia contra el Estado francés. Macron ha querido transmitir a los terroristas -que no cometen atentados desde hace casi cuatro años pero que no han entregado las armas- que por ese camino encontrarán toda la firmeza del Estado.
Y, como le ha exigido la viuda de Erignac, que ha vuelto por vez primera a la isla desde el asesinato del prefecto, ha dicho que no tiene previsto amnistiar a quienes los independentistas consideran como "presos políticos".
Ni olvido ni amnistía
"Ni indulgencia, ni olvido, ni amnistía" con los autores de ese "crimen cobarde", ha prometido Macron, cerrando de golpe la puerta a esa petición que los independentistas consideran justificada por su triunfo en las regionales de diciembre pasado en coalición con los nacionalistas. Al homenaje ha acudido el nacionalista Gilles Simeoni, actual presidente del Ejecutivo corso y que fue uno de los abogados defensores de Yvan Colonna, considerado el cabecilla del comando nacionalista que asesinó al prefecto.
Pero no ha asistido el independentista Jean-Guy Talamoni, presidente de la Asamblea, lo que marca un punto de fricción en el frente corso que Macron puede explotar en la reunión que mantendrá con ambos esta noche. De su boca escuchará sus peticiones de una mayor autonomía, alimentadas por sus triunfos electorales. No han dudado en utilizar el ejemplo de Catalunya en sus campañas.
Pero también el respaldo popular mostrado en la multitudinaria manifestación del pasado sábado, en la que miles de personas pidieron un estatus especial para Córcega que quede inscrito en la Constitución, el reconocimiento del corso como lengua cooficial y el acercamiento de los presos a la isla. Asuntos hacia los que Macron no parece muy favorable y en los que los nacionalistas no encuentran apoyos en la clase política francesa.
Acusaciones de ambigüedad
Al contrario, el presidente del partido conservador Los Republicanos, Laurent Wauquiez, ha exigido firmeza a Macron y le ha acusado de jugar con la ambigüedad al permitir que el principal representante de su partido en Córcega, el alcalde de Bonifacio, Jean-Charles Orsucci, votara una moción presentada por los nacionalistas. Esa actitud no gustó al Elíseo, que borró a Orsucci de la agenda de reuniones de Macron en la isla en beneficio del alcalde de Ajaccio, Laurent Marcangeli, de Los Republicanos.
En ese contexto, Macron deberá encontrar el tono justo entre las reivindicaciones corsas y la unidad del Estado que le exigen en Francia, un país profundamente centralista. La prensa ha filtrado ya que en su discurso de mañana Macron marcará "una línea clara de autoridad" en la relación entre el Estado y la isla.
Una postura similar la escucharon en París Simeoni y Talamoni el mes pasado en el encuentro que mantuvieron con el primer ministro, Edouard Philippe, lo que les llevó a mostrar su decepción y a convocar la manifestación del pasado sábado.