Edificios destrozados y escombros. Muchos escombros. Después de que los últimos soldados ucranianos se rindieran en la fábrica de Azovstal, la ciudad de Mariúpol ha pasado a manos rusas. Para el Kremlin, una gran victoria. Pero después de tres meses de guerra y asedio sobre la ciudad, los edificios que no están tocados por artillería cuestan de encontrar. Los más de 80 días de combates sobre la ciudad portuaria han dejado un paisaje apocalíptico, un número desconocido de muertos y miles de desplazados. Antes de que empezara la invasión, la ciudad tenía más de medio millón de habitantes, ahora, las avenidas tienen pinta de tener un único propietario: militares rusos y aliados separatistas.
El 17 de mayo, Rusia aseguró que más de 200 soldados ucranianos se habían rendido en la fábrica, donde estaban atrincherados, destacaba l'AFP. La planta industrial se ha transformado en un símbolo feroz de resistencia ucraniana, pero viernes pasado, el ministerio ruso de Defensa le comunicó al presidente ruso, Vladímir Putin, que la "liberación total" de la ciudad se había producido. Los soldados se habían rendido.
El panorama es desolador. Rusia se ha comprometido a reconstruir la ciudad y convertirla en un balneario. Un proyecto que, viendo las imágenes que llegan –en cuentagotas– de la ciudad, se hace difícil de imaginar. Periodistas de la agencia de noticias AFP han viajado a Mariúpol en un viaje organizado para la prensa a través del ministerio de defensa. El ejército ruso, sin embargo, no ha permitido acercarse a Azovstal.
Aunque se han calmado los combates de semanas anteriores, algunos todavía no se atreven a salir a buscar comida. Otros, obligados a hacerlo, prueban suerte. En la ciudad no hay electricidad desde el mes de marzo. Según el jefe de la autoproclamada República Popular de Donetsk, Denis Pushilin, el 60% de las casas de Mariúpol fueron destruidas, el 20% de las cuales no se pueden reconstruir. Los datos, sin embargo, no coinciden con las que constata Ucrania. Según funcionarios ucranianos y datos que recoge la CNN, los bombardeos estropearon el 90% de los edificios residenciales de la ciudad, y el 60% recibieron impactos directos y el 40% están destruidos. También resultaron dañados siete hospitales (tres destruidos), tres alas de maternidad (una destruida), siete institutos de enseñanza superior, 57 escuelas y 70 jardines de infancia.
Una reconstrucción complicada
La reconstrucción no será fácil. Hace unos días, un artículo del The Guardian, calculaba que los daños a la infraestructura del país podrían suponer ya 4,27 mil millones de euros a la semana, a medida que las bombas destrozan miles de edificios y servicios públicos. Y claro está, kilómetros de carretera. Según las estimaciones de la Escuela de Economía de Kyiv (KSE) y validadas por el gobierno ucraniano, la cantidad de daños y desperfectos totales ya ha superado la cifra de 87.361 millones de euros desde que el presidente ruso decidió empezar la guerra en el país, el pasado 24 de febrero. Los académicos han dicho que la cifra aumentó en casi 4.273 millones a la semana hasta el 2 de mayo y han constatado que la estimación es seguramente más baja que el coste real porque las pérdidas de la guerra son difíciles de cuantificar. Y, además, el conflicto todavía no ha terminado.