Aunque lo primero que se ve de la crisis de Ceuta es un problema migratorio en el cual decenas de personas intentan cruzar la frontera desesperadamente para acceder a España, y militares y policías se apresuran a impedirlo y devolverles lo más pronto posible, detrás hay una crisis diplomática y geopolítica con varios vértices aparentemente incompatibles.
De hecho, ha sido la misma diplomacia marroquí la que ha reconocido sin complejos que la entrada masiva de migrantes irregulares en Ceuta es una represalia contra España por haber acogido al líder del Frente Polisario, Brahim Gali, en un hospital en Logroño. Pero más allá del hecho concreto, ¿a qué responde una cosa y la otra? ¿Por qué es tan importante para Rabat la acogida de Gali y por qué España lo ha acogido?
España-Marruecos: una historia de amor y odio
Aunque España siempre ha dejado claro que Marruecos es un socio estratégico a causa de su posición geográfica, las relaciones entre ambos países no ha estado exenta de crisis como la que se ha vivido estos días en la ciudad autónoma. La cooperación entre Madrid y Rabat para contener la migración y luchar contra el terrorismo en el Sahel no se ha traducido nunca en un punto de vista común sobre el Sáhara Occidental. Y la hospitalización de Gali no es nada más que un nuevo episodio de todo este serial.
¿Pero por qué España no adopta la postura marroquí como ya hizo, por ejemplo, el último presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, reconociendo la soberanía de Rabat sobre el Sáhara Occidental? Hay varias razones históricas, políticas, económicas y estratégicas que lo explican.
"España ni puede ni quiere alinearse con Rabat en este aspecto porque supone cambiar una línea de política exterior que se ha mantenido siempre igual con todos los gobiernos que ha habido hasta ahora", explica a ElNacional.cat Eduardo Soler, exasesor del Ministerio de Asuntos Exteriores español y experto del CIDOB en el Oriente Próximo y el norte de África. Soler aclara que sería un movimiento "muy arriesgado" porque no tiene ni el consenso político ni el apoyo social para hacerse. "Por una parte la oposición acusaría al gobierno de adoptar una posición de debilidad, ya que estaría cediendo a las presiones de Marruecos. Por la otra hay que recordar que España es uno de los países donde la causa saharaui tiene más apoyos", reflexiona.
Otro motivo por el cual España todavía mantiene cierto apoyo, ni que sea político, al Frente Polisario -no reconociendo la soberanía marroquí- es el origen histórico del conflicto. Y es que para la ONU, España todavía consta como potencia administradora de esta excolonia, ya que el acuerdo Tripartito firmado en 1975 entre el Estado, Marruecos y Mauritania no es válido. Las Naciones Unidas alegan que España "no transfirió la soberanía sobre el territorio ni confirió a ninguno de los signatarios la condición de potencia administradora, condición que España, por sí sola, no podía haber hecho unilateralmente".
De hecho, en el acuerdo se establecía que la descolonización española sobre el Sáhara se acabaría "cuando la opinión de la población saharaui se expresara válidamente", cosa que nunca ha pasado. De hecho, el alto al fuego entre Marruecos y el Polisario de 1991 impulsado por la ONU venía condicionado a la celebración de un referéndum que Marruecos ha impedido hasta la actualidad. España, sin embargo, ha mantenido su compromiso con esta resolución de la ONU a pesar de las presiones desde Rabat.
Argelia, un socio que hay que mantener
Pero en todo eso no podemos olvidar a Argelia, el otro gran pilar de todos los equilibrios que España lleva haciendo desde la descolonización del Sáhara. Hay que recordar que este país mantiene una fuerza enemistad con Marruecos y ha dado apoyo al Polisario y la República Árabe Saharaui Democrática desde el inicio. De hecho, la entrada en el país del mismo Gali ha sido una petición de Argelia que España no ha desatendido, tal y como recuerda Soler, aunque "Marruecos haya intentado generar una narrativa que no se adecua a los hechos".
El analista aclara, pues, que el conflicto actual no tiene nada que ver con el de la isla de Perejil. "España no ha ido a buscar el apoyo de Argelia sino que no ha rechazado una demanda de este país. No es que España haya querido romper las relaciones con Marruecos", explica.
E igual que Marruecos, Argelia también es un socio estratégico para España, por la estabilización militar del Sahel, por la contención de la inmigración (que desde este país se ha multiplicado en los últimos años) y, a diferencia del reino alauí, por el gas. Y es que este es vital para Madrid al suponer el 55% del total de importaciones anuales.
"Marruecos está en una situación muy difícil. Hace unos meses confiaba en que la decisión de Trump de reconocer la marroquinidad del Sáhara a cambio del reconocimiento de Israel le daría el impulso definitivo, y ahora ve que la nueva administración no es tan proclive, y que recibe críticas del resto de sus hermanos árabes por la guerra en Gaza", explica a Efe una fuente diplomática argelina.
"Argelia siempre ha visto con inquietud estos movimientos de Marruecos y después de la salida en el 2019 del presidente Abdelaziz Bouteflika ha cambiado la estrategia diplomática para intentar frenar el expansionismo de su vecino y recuperar sus áreas tradicionales de influencia. Y la defensa de la cuestión saharaui es una de líneas rojas del Ejército argelino", agrega la fuente, que prefiere no ser identificada.
Más allá del asunto saharaui
Pero más allá de la posición española en el asunto saharaui, Marruecos puede haber provocado la crisis de Ceuta también por otros motivos. Así lo señala el mismo Soler, cuando recuerda que no es la primera vez que Rabat utiliza la carta migratoria para "presionar a España, mostrar enfado o conseguir contrapartidas", como los 30 millones de euros anunciados por el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska.
"Marruecos también sabe que hay malestar socioeconómico en su propio territorio y malestar político en algunos sectores por las normalizaciones de las relaciones con Israel", expone Soler. Así pues, como las relaciones con España no pasaban por su mejor momento, "esta crisis puede intentar desviar la atención de este malestar, es como una válvula de escape".
Y esto lo demuestra el hecho de que lo que ha pasado en Ceuta no es una crisis porque "estábamos avisados y las crisis no avisan". Lo explica Blanca Garcés, experta del CIDOB en movimientos migratorios, que apunta que lo que ha pasado en Ceuta es un "simulacro" o una "puesta en escena" de lo que pasará si España no cede a las condiciones de Marruecos, que utiliza la migración como un arma política.
Pero para poder hacer esto necesitas "vidas muy desesperadas", ya que la gente arriesga su vida y la de sus hijos para cruzar la frontera "con la única esperanza de tener una vida mejor", cosa que evidencia la crisis socioeconómica del país magrebí que apunta el mismo Soler.
El caso Gali: ¿un montaje marroquí?
En medio de todas las declaraciones cruzadas entre la diplomacia española y marroquí sobre la acogida del líder del Frente Polisario encontramos la causa que la Audiencia Nacional ha readmitido a raíz de una querella presentada por la Asociación Saharaui para la Defensa de los Derechos Humanos (ASADEDH) contra Gali por crímenes contra la humanidad, genocidio y torturas que este habría cometido durante décadas en los campamentos de refugiados saharauis de Tindouf (Argelia). ¿Pero qué hay detrás de todo esto?
Dos fuentes consultadas por este diario señalan que quien hay detrás de esta asociación es Marruecos y que, en ningún caso, esta es representativa de la población saharaui. Desde la capital ocupada de El Aaiún, un periodista que prefiere no revelar su nombre por cuestiones de seguridad asegura que la ASADEDH está gestionada por marroquíes y saharauis que trabajan para el reino alauí. "Supuestamente son defensores de los DDHH pero nunca ha hecho ningún informe o mención sobre las violaciones de derechos humanos en el Sáhara Occidental ocupado", explica.
"Uno de ellos estaba en los campamentos y volvió al Sáhara Occidental, traicionando a los saharauis y entregándose a las autoridades marroquíes. Y con el apoyo de un lobby de Marruecos hizo la querella contra Brahim Gali y otros dirigentes saharauis", explica. Es el caso de Fadel Breika, uno de los supuestos disidentes que se querelló contra Gali en España. Según explica N.M.Ramadan, otro residente en los campamentos saharauis, Breika (que tiene nacionalidad española) tiene vínculos con Marruecos, donde vive parte de su familia.
Ramadan, además, niega que el Polisario persiga a sus críticos: "Yo personalmente conazco gente que critica al Polisario en todos los aspectos y siguen estando en los campamentos". "El motivo de estas falsas denuncias es poner al líder del Polisario en problemas y sobre todo en esta situación que pasamos de estado de guerra. El Polisario es el único representante del pueblo saharaui y la ASADEDH es un partido fundado por Marruecos", añade.
Precisamente todo lo contrario piensa el mismo Breika, que en una entrevista en un medio promarroquí asegura que la asociación que ha denunciado a Gali son los saharauis reales que constan en el censo español de 1974. En el Polisario, denuncia, hay argelinos, mauritanos y malienses. "Cualquiera se convierte en líder", asegura denunciantdo que fue torturado por el Polisario.