El movimiento estudiantil de Serbia, apoyado por otros grupos opositores y civiles, ha reunido este sábado a más de 100.000 personas en la capital Belgrado en una de las protestas más importantes de la historia reciente del país. Los manifestantes han llenado las calles del centro de la ciudad con motivo de la conmemoración de la tragedia del hundimiento de la estación de trenes de Novi Sad, que costó la vida en noviembre del año pasado a 15 personas. Esta tragedia, que al mismo tiempo es un acto de negligencia de las autoridades gubernamentales del país, se ha convertido en un símbolo del desencanto popular por la falta de transparencia del ejecutivo serbio.
Las imágenes corren como la pólvora en las redes sociales dada la magnitud de la movilización, la cual ha llevado al presidente del país, Aleksandar Vucic, a admitir la protesta aunque ha defendido que el gobierno ha actuado con total transparencia al publicar los planos de la marquesina colapsada en la estación de Novi Sad. Sin embargo, el mandatario afirmó en un discurso televisado este viernes que no aceptaba el "chantaje" y no cedería a la presión popular. "Soy el presidente de Serbia y no permitiré que la calle establezca las reglas en este país", dijo. También acusó a los servicios de inteligencia occidentales de estar detrás de las protestas, pero no proporcionó pruebas concretas. Antes de la masiva manifestación, las autoridades habían advertido de que tomarían medidas enérgicas contra cualquier intento de desorden, incluyendo posibles arrestos.
En este sentido, las fuerzas de seguridad serbias detuvieron a 13 personas vinculadas supuestamente a incidentes violentos la noche previa a la gran concentración, y esta mañana tres personas han resultado heridas en un atropello en la localidad de Zarkovo. El conductor del coche ha sido detenido y sus motivos están siendo investigados. Todo eso, sin embargo, no ha disuadido la inmensa cantidad de personas que han decidido salir a las calles. Los gritos han resonado por todo el centro de la ciudad y pancartas con frases como "Él está acabado", en referencia a Vucic, sobrevolaban sobre las jefes de la gente. Milica Stojanovic, estudiante de biología, ha expresado a l'AFP la esperanza de que esta gran protesta sea el punto de inflexión para conseguir un cambio real en la situación política del país, declarando: "Hemos venido por justicia. Espero que después de esta manifestación las cosas cambien".
Desde el colapso de la estación, Serbia ha sido escenario de numerosas concentraciones, pero ninguna al alcance de la de este sábado. La manifestación ha empezado con 15 minutos de silencio, uno para cada muerto, delante de las puertas de la Asamblea Nacional. A continuación, los asistentes se han dirigido a la plaza de Slavija, donde han vuelto a guardar silencio otro cuarto de hora. Los estudiantes han sido los que a lo largo de las últimas semanas han encabezado las movilizaciones, pero poco a poco se han unido otros grupos sociales. También los políticos de la oposición, a los cuales Vucic ha acusado de instrumentalizar las protestas para transformarlas en un ataque contra su gobierno.