No solo había restricciones, sino que el duque de Edimburgo, marido de la reina Isabel II, acababa de morir a los 99 años y se había decretado el luto oficial en todo el país. Este era el contexto de dos nuevas fiestas celebradas durante la pandemia de la covid en Downing Street, residencia del primer ministro británico, Boris Johnson. Si la celebrada el pasado 20 de mayo de 2020 ya le había vuelto a poner a punto de mira, con la oposición pidiendo su dimisión y los mismos conservadores desconfiando de su líder, estas podrían ser la gota que colme el vaso.
Fueron concretamente dos fiestas, celebradas en los jardines de Downing Street el pasado 16 de abril y que se alargaron hasta la madrugada. En ella no participó Johnson, pero si otros miembros de su gabinete. En aquel momento, las restricciones vigentes no permitían estos encuentros y, además, se había decretado el luto nacional por la muerte de Felipe de Edimurg, una semana atrás.
Tantas personas como al funeral
Aquel viernes de abril, el Reino Unido estaba en plena segunda fase de la desescalada, cuando se empezaban a relajar algunas de las medidas anticovid, pero se prohibían los encuentros en los interiores: las reuniones tenían que ser al aire libre y limitadas a seis personas. Incluso, se había pedido a los británicos que no fueran a dejar flores delante de Buckingham o Windsor, la residencia actual de Isabel II, por la muerte del Duque para evitar aglomeraciones. Al funeral que se celebró el 17 de abril hubo un aforo reducido, con solamente los familiares más directos, sin Johnson.
En otras circunstancias, al funeral habrían asistido 800 invitados, pero por el contexto pandémico solamente había 30 personas en la capilla de Windsor, todas con mascarillas y sentadas por núcleos familiares. La reina se tuvo que sentar sola. El día antes, en Downing Street también había una treintena de personas, que consumieron alcohol en dos fiestas que se alargaron hasta la madrugada. Así lo revela el diario The Daily Telegraph, uno de los medios, hasta ahora, más afines con Johnson, defendiendo a ultranza el Brexit y el ala dura de los conservadores.
Fiestas de despido
Eran fiestas para despedir a uno de los fotógrafos personales de Johnson y James Slack, que había sido director de comunicación del primer ministro. Slack abandonaba su posición para convertirse en el subdirector del tabloide The Sun. Según The Daily Telegraph, a diferencia de la fiesta de mayo del 2020, donde asistieron una cuarentena de personas entre las cuales Johnson y su pareja, el primer ministro aquel 16 de abril no estaba en la residencia oficial.
Después de mucha presión de la oposición, pero también desde dentro del mismo partido conservador, Johnson se disculpó el miércoles ante los británicos, asegurándoles que entendía la "rabia" que sentían hacia el gobierno. Con todo, aseguró que para él aquella fiesta, convocada por su secretario personal, era una reunión de trabajo en que no permaneció más de 25 minutos.
Disculpas poco convincentes
Estas disculpas, sin embargo, no han convencido a nadie. Los británicos, que se resignaban a cumplir las normas, esperan ahora el resultado de la investigación interna llevada a cabo por la funcionaria Sue Gray. Cada nueva fiesta o polémica hunde un poco más la popularidad de Johnson, que se encuentra acorralado y puede agradecer que la Reina haya decidido ahora retirar los títulos militares a su hijo Andrés, investigado por presunto abuso de una menor. Mientras tanto, los conservadores miran hacia el secretario del Tesoro Británico, Rishi Sunak, a quien muchos ven como un posible sustituto del primer ministro.