El régimen norcoreano ha informado hoy veladamente de su primera prueba de armas en casi un año, un gesto enigmático que en cualquier caso añade presión de cara a espolear el estancado diálogo con Washington sobre desnuclearización.
Los medios estatales han ofrecido pocos detalles sobre este misterioso test, que se celebró en una fecha no especificada en un campo de ensayo de la Academia de Ciencias de la Defensa Nacional y al que asistieron personalmente el líder norcoreano, Kim Jong-un, y miembros de la plana mayor del régimen como Choe Ryong-hae.
El que una de las tres figuras capitales del programa de misiles balísticos norcoreanos -el general Ri Pyong-chol- estuviera ahí y el que la prueba se llevara además a cabo en instalaciones de la mencionada institución (la cual dirige otro de estos tres pesos pesados, Jang Chang-ha) hizo temer lo peor.
La última vez que Kim Jong-un presenció un ensayo de armas fue el 28 de noviembre de 2017, cuando el régimen lanzó por primera -y hasta el momento única- vez el Hwasong-15, su misil de alcance intercontinental más sofisticado hasta la fecha.
Poco más de un mes después Kim tendía la mano a Seúl y la comunidad internacional (en lo que supondría el primer paso en el actual deshielo con Pionyang) argumentando que el país ya había completado el desarrollo de su armamento con capacidad nuclear.
Sin embargo, los medios estatales han dicho hoy que Kim Jong-un supervisó el test de un arma "ultramoderna" de tipo táctico, lo cual descartaba en principio el lanzamiento de un misil de largo o medio alcance, algo que efectivamente no detectaron ni la inteligencia militar surcoreana ni la estadounidense.
"Un nuevo modelo de artillería de largo alcance"
Una fuente de Defensa sureña citada por la agencia Yonhap ha dicho que aparentemente se trataría de "un nuevo modelo de artillería de largo alcance" y que, tal y como indicó a su vez la propaganda estatal norcoreana, vendría a ser un sistema cuyo desarrollo encargó originalmente Kim Jong-il, padre del actual líder.
Sin embargo, un portavoz oficial del Ministerio consultado por Efe ha asegurado que "aún no se puede confirmar dicho extremo" y que "las autoridades militares aún están analizando lo acontecido". A su vez, otra fuente militar ha dicho a Yonhap que el ambiguo gesto norcoreano puede tener más de una lectura.
Por un lado, ha explicado, se subrayó que se trata de un arma "ultramoderna", algo que en apariencia envía el mensaje a nivel doméstico de que el Ejército aún tiene como prioridad absoluta la defensa nacional pese al actual clima de acercamiento diplomático.
Por otro, el que fuera un arma táctica podría indicar que no es una prueba de fuerza destinada al público en el exterior y a soliviantar los ánimos en Seúl y Washington.
En todo caso, a nadie se le escapa que, sea cual sea la intención del siempre opaco régimen norcoreano, el test añade presión adicional a la actual situación de enconamiento en la que se encuentra el diálogo sobre desarme con la Casa Blanca.
La semana pasada, Pionyang canceló a última hora un encuentro entre su responsable de inteligencia, Kim Yong-chol, y el secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, cuyo objetivo era convocar una esperada segunda cumbre entre Kim Jong-un y el presidente estadounidense, Donald Trump.
Desde que ambos acordaron en su primer encuentro en junio en Singapur "trabajar para la completa desnuclearización de la península" los avances han sido tan solo simbólicos ante la ausencia de una hoja de ruta para el desarme.
De este modo, Washington viene exigiendo ahora gestos de verdadero calado -como inventarios del arsenal norcoreano- mientras el régimen pide que antes se firme un tratado de paz que ayude a garantizar su supervivencia.
En esta tesitura, Pionyang ha criticado además en las dos últimas semanas el que Seúl y Washington hayan retomado unas maniobras militares de escala menor (las de mayor envergadura permanecen suspendidas indefinidamente para facilitar el diálogo). El actual bache no está impidiendo en todo caso que las tres partes mantengan el tono conciliador que ha marcado buena parte de 2018 en la península coreana.
En el Sur, unos representantes del régimen han visitado hoy un desarrollo urbanístico de nuevo cuño mientras en el Norte funcionarios de las dos Coreas, técnicamente aún en guerra, se reunían para tratar de colaborar en materia de aviación civil.
A su vez, Corea del Norte ha anunciado también hoy que retornaría a EEUU a un ciudadano de esa nacionalidad que entró ilegalmente al país, algo que contrasta con la actitud del régimen en los periodos de tensión, en los que suele retener a estadounidenses en su territorio para usarlos como moneda de cambio.
Horas antes, Mike Pence afirmaba que Washington no exigirá ningún inventario de armamento como condición previa a la celebración de la segunda cumbre Kim-Trump.