Las escarpadas y rojizas montañas del Atlas, con su pico más alto por encima de los 4.000 metros, configuran uno de los paisajes más espectaculares de Marruecos. Uno de sus poblados bereberes, Ighid, fue el viernes noche el epicentro del terremoto más fuerte nunca registrado a la historia de Marruecos, que con una magnitud de 6,8 sobre la escala de Richter ha dejado hasta ahora más de 2.000 muertos en una cuenta que no para de crecer. En uno de los primeros pueblos del Alto Atlas, Tahannaout, a 30 kilómetros de Marrakech, todas las familias que viven allí, unas 90, habían abandonado sus casas. "Estaremos en la calle hasta que el gobierno nos dé instrucciones", decía el Saïd, uno de los que se sentaba en el valle delante del poblado elevado y debajo lo suele llevar de la tarde.
Por las carreteras del Atlas, desfilaba comitiva oficial de coches hasta el hospital de la provincia, así como destacamentos militares que llevaban ayuda a los poblados afectados. Las carreteras, con riesgo de desprendimiento y en medio de nuevas réplicas, dificultaban el acceso a los pueblos más elevados y afectados. La provincia de En el Houz, con 1-293 muertos, fue la más afectada, mientras que hubo 452 muertos en la provincia de Taroudant, 191 en la provincia de Chichaoua, 41 en Ouarzazate y 15 muertos en la prefectura de Marrakech.
El rey Mohammed VI, casi un día después del seísmo y desde París, emitió un comunicado oficial decretando tres días de duelo. Anunció también ayudas económicas a los poblados afectados y que a partir de ahora todo se construirá a prueba de terremotos, así como se repararán las casas estropeadas. Entre los escombros de estas edificaciones rudimentarias, algunas de adobo y hechas por los abuelos del beréber de la montaña, mientras tanto, las familias esperaban instrucciones gubernamentales sin en principio signo de indignación evidente con las autoridades.
El rey también ha anunciado que reforzará los medios de salvamento y los equipos de búsqueda, así como mejorar la distribución de agua potable y el restablecimiento de los servicios públicos, así como el reparto de tiendas de campaña a los millares de marroquíes que duermen en el raso en la región. Por otra parte, el banco nacional marroquí también pondrá en marcha el recibimiento y reparto de ayudas, al mismo tiempo que varios gobiernos internacionales, entre ellos el español, han anunciado que enviarán ayuda y destacamentos para ayudar en labores de rescate y reconstrucción.
El terremoto desde Marrakech
Los ciudadanos de Marrakech y turistas han tenido que encajar a primera hora de la mañana de este sábado 9 de septiembre el impacto que supone haber vivido el terremoto más fuerte desde que se tienen registro en Marruecos, que ya ha dejado a más de 2.000 víctimas mortales. Con magnitud 6,8 y epicentro a 60 kilómetros de la ciudad, el seísmo ha dejado también destrozos a la Medina, el laberíntico centro histórico de la ciudad. "Estamos en colapso, supongo que tendríamos que volver, no sé si tiene sentido visitar la ciudad así", decía la Natascha, una chica argentina residente en España que había llegado a Marrakech pocas horas antes. Mireia, amiga con quien viaja, relata el temblor dentro del hotel donde se aloja "como si el edificio fuera de papel". "Al principio reíamos, pensábamos que era gente haciendo fiesta", describe la Natascha. Justo acababan de llegar en la ciudad. Tienen el billete el próximo viernes y todavía debaten si intentar volver antes.