Brusco e inesperado, un nuevo terremoto de magnitud 3,9 en la escala de Ritcher ha vuelto a sacudir la provincia de Nápoles, llevando la paciencia de los ciudadanos al límite. El seísmo, breve pero intenso, ha golpeado las localidades de Bagnoli y Pozzuoli, así como otros municipios próximos. Aunque no se han registrado daños graves, la población, ya exhausta por los constantes temblores de las últimas semanas, vive con una ansiedad creciente. Los bomberos han tenido que desalojar a cuarenta familias de un edificio de Bagnoli por daños estructurales, añadiendo más incertidumbre a una situación cada vez más insostenible.
Refugiarse en coches o centros de acogida se ha convertido en una realidad cotidiana para muchos ciudadanos de la región. Después del seísmo de magnitud 4,4 del 13 de marzo, muchos edificios han quedado dañados y el miedo a nuevas sacudidas ha obligado la población a buscar alternativas para pasar las noches. El presidente de la región, Vincenzo De Luca, ha explicado que las "autoridades tecnicocientíficas" tienen que dar una evaluación definitiva del estado de alarma. Mientras tanto, sin embargo, el mandatario ha avisado de que es muy probable que se repitan "algunos ejercicios —de evacuación— para que la situación sea más clara para la ciudadanía". También ha solicitado al gobierno italiano la suspensión del pago de hipotecas y cotizaciones sociales para las empresas afectadas de la zona.
Una de las imágenes más chocantes de estos días se ha vivido en Bagnoli, donde los residentes, después del fuerte terremoto de la noche del 12 al 13 de marzo, intentaron refugiarse en una antigua base de la OTAN. Al encontrarla cerrada, forzaron las puertas y ocuparon el edificio durante toda la noche. Eso provocó protestas y enfrentamientos verbales con la policía y la situación se hizo viral en las redes sociales. Ahora exigen que esta infraestructura abandonada se transforme en un centro de acogida para los evacuados, una petición que pone de manifiesto la falta de medidas de emergencia adecuadas en esta crisis.
Stanotte nella ex base Nato a Bagnoli si sono radunate molte persone. (Video di Roberto Russo). pic.twitter.com/Hiz37p66yE
— Francesco Borrelli (@NotizieFrance) March 13, 2025
Nadie puede olvidar que los Campos Flégreos, la zona donde se han producido estos movimientos sísmicos, son una región con una veintena de cráteres, muchos bajo el mar. Esta caldera volcánica, situada a solo diez kilómetros del Vesubio, alberga medio millón de personas y está sometida a un fenómeno conocido como 'bradisismo', un lento levantamiento del terreno causado por la acumulación de gas y magma bajo tierra. A pesar de la preocupación por el riesgo de una posible erupción, las autoridades han descartado por ahora esta posibilidad, afirmando que no hay indicios inmediatos de actividad volcánica.
Obligados a convivir con la incertidumbre, los habitantes de la región miran hacia el futuro con temor y resignación. Los expertos alertan de que la actividad sísmica podría continuar, sin que se pueda predecir cuándo acabará esta fase de inestabilidad. Mientras tanto, la población exige respuestas y soluciones concretas para hacer frente a una situación que, para muchos, ya se ha vuelto insostenible.