Benjamin Netanyahu (pronunciad Netaniau) ha recibido este jueves el aval por tercera vez como primer ministro de Israel, con el gobierno más controvertido del país por la fuerte presencia de partidos religiosos y formaciones de línea dura, consideradas de extrema derecha. Netanyahu ha hecho este polémico pacto, después de una compleja negociación, para garantizarse el apoyo de 64 diputados, que le dan la mayoría absoluta entre los 120 parlamentarios que tiene la Knesset. El veterano dirigente del Likud, y un auténtico hombre fuerte de la política israelí, ha empezado su mandato más difícil, pero también ha visto como Estados Unidos y Rusia lo felicitaban para dialogar, lo que muestra la singularidad de su perfil. A diferencia de sus antecesores recientes en el gobierno, Netanyahu domina la escena internacional con la misma habilidad que la doméstica, aunque esta vez lo tendrá especialmente difícil.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha felicitado al primer ministro y ha dicho que quiere trabajar con él. "Espero trabajar con el primer ministro Netanyahu, que ha sido mi amigo desde hace décadas, para abordar conjuntamente los numerosos retos y oportunidades a los que se enfrentan Israel y la región del Oriente Medio, incluidas las amenazas de Irán", ha dicho Biden en un comunicado. También ha señalado que "Estados Unidos seguirá dando apoyo a la solución de los dos estados y oponiéndose a políticas que ponen en peligro su viabilidad o contradigan nuestros intereses y valores mutuos", en lo que se puede interpretar como una crítica a las posiciones de los sectores duros del gobierno que aspiran a recuperar Judea y Samaria. Precisamente los líderes del Partido Religioso Sionista i de Otzmá Yehudit (Poder Judío), socios del gobierno, viven en poblaciones judías de Cisjordania.
Más capcioso ha sido el mensaje que ha enviado al presidente ruso, Vladímir Putin, al primer ministro israelí, que le ha pedido colaborar y le ha hecho un reconocimiento personal. "Rusia agradece mucho vuestra contribución personal al fortalecimiento de las relaciones amistosas entre nuestros países. Espero que el nuevo gobierno bajo vuestro liderazgo continúe la línea de desarrollar una cooperación constructiva ruso-israelí en todos los ámbitos para el beneficio de nuestros pueblos, con el interés de garantizar la paz y la seguridad en la región del Oriente Medio", ha añadido.
En la visión doméstica, es evidente que las reivindicaciones de los socios de Netanyahu, si se materializan, provocarán choques con el poder judicial del país, la Autoridad Palestina y, como ya se ha apuntado, la administración norteamericana. Pero se tendrá que ver como lo gestiona el primer ministro, que es gato viejo. Según un artículo de la publicación Hatzad Hasheni, no está claro que Netanyahu caiga en la estrategia de los partidos religiosos. "El tira y afloja entre los socios de la coalición refleja la sospecha de que, una vez Netanyahu esté sentado allí detrás del escritorio de primer ministro, ya no será el ultranacionalista que ellos quieren que sea", pronostica.
Añade que, aunque Netanyahu se crio bajo la ideología de Zeev Jabotinsky, cerebro del clandestino Irgun (o Etzel) y fundador del ala revisionista (es decir, nacionalista judía, y por lo tanto partidaria de recuperar Judea y Samaria) del movimiento sionista, en su último mandato se convirtió ya en "el diplomático supremo de Israel". "Se esforzó por consolidar los vínculos con las naciones del este del Mediterráneo, África, América Latina y, sobre todo, India y otros actores asiáticos clave. En última instancia, eso condujo a los Acuerdos de Abrahán con Marruecos, la Unión de los Emirates Árabes, Baréin y otros", recuerda.
La elección de un político gay para el cargo del nuevo presidente del Parlamento israelí se considera el primer gesto político de Netanyahu ante sus socios, y con un mensaje internacional. El parlamentario del Likud Amir Ohana ha sido elegido este jueves como nuevo presidente de la Knesset y de esta manera se ha convertido en la primera persona abiertamente homosexual en ocupar este cargo. A los partidos religiosos y ultraconservadores del gobierno no les ha gustado la decisión.