Las profundas divisiones en Israel vuelven a salir de nuevo y públicamente. Durante meses, el gobierno y las autoridades del país se han esforzado por mantener este sentimiento de unanimidad y de respuesta de un ataque a Gaza para recuperar a los rehenes secuestrados por Hamás el pasado 7 de octubre. Pero seis meses después, miles de manifestantes han salido a la calle. Benjamin Netanyahu es el político que ha ocupado el cargo de primer ministro durante más tiempo desde la fundación del estado de Israel.
Las antiguas consignas que piden la renuncia de Netanyahu y elecciones anticipadas fueron amplificadas por los que exigen un acuerdo para la liberación de los aproximadamente 130 rehenes israelíes retenidos en Gaza. Se cree que un número importante de rehenes habría muerto. El miedo de sus familias y amigos, así como de los manifestantes, es que muchos más morirán como más se extienda la guerra sin llegar a un acuerdo.
Tal como destaca la BBC, Benjamin Netanyahu dijo en el pasado que él era el único que podía mantener seguro su país. Muchos israelíes se lo creyeron. Dijo que mantendría a raya a los palestinos, asentaría judíos en los territorios ocupados donde los palestinos aspiran a tener un estado, ofrecer concesiones ni hacer los sacrificios necesarios para un acuerdo de paz. Todo eso cambió el 7 de octubre del año pasado, cuando Hamás irrumpió en Israel a través de la frontera.
Las acciones que no benefician Netanyahu
El bombardeo sobre el consulado iraní en Damasco, que este lunes se cobró la vida de un alto comandante de la Guardia Revolucionaria y dos funcionarios de seguridad iraníes, es visto para muchos expertos como un intento por mantenerse en el poder en medio de una crisis política. Especialmente acentuada desde el ataque de Hamás, el mes de octubre pasado. Netanyahu ve tambalearse el poder con manifestaciones internas y, por ahora, ha sido incapaz de llevar a los rehenes a casa. La guerra de Hamás se ha llevado, según el diario Haaretz la vida de 600 soldados y está cada vez más estancada. Además, se junta que cada vez más, los EE.UU. están más en contra de las maniobras del líder israelí. La calma quizás no le conviene nada a Netanyahu.
A punto de cumplirse los seis meses de la brutal campaña de bombardeo de Israel y el asedio de Gaza, que ha matado más de 32.000 palestinos y ha visto Israel enfrentándose a un caso de genocidio en la Corte Internacional de Justicia, las negociaciones continúan y un alto el fuego puede ser inminente. Aunque hace semanas que se anuncia y después hay pasas atrás. Mientras tanto, la situación humanitaria en Gaza se intensifica con escasez de alimentos, agua y medicamentos básicos. Y a medida que la gente está cerca del hambre, hay informes de personas que comen hierba y piensos para sobrevivir.
La muerte de trabajadores humanitarios
Paralelamente, Israel ha recibido también una avalancha de críticas internacionales después del ataque a una ONG. Se trata de la organización humanitaria World Central Kitchen (WCK) que ha anunciado este martes que suspende las operaciones en Gaza, después de confirmar que, al menos, siete de sus trabajadores fueron asesinados en un ataque del ejército de Israel.
El ataque costó la vida a un equipo humanitario formado por un británico, un polaco, un australiano y un ciudadano con doble nacionalidad norteamericana-canadiense, a más de tres palestinos, según la ONG, que recoge Efe. Se cree que se trata de los primeros trabajadores humanitarios extranjeros asesinados a la guerra de Gaza desde el 7 de octubre, y que ya se han cobrado más de 32.800 víctimas, la mayoría mujeres y niños.
El ejército israelí ha informado en un comunicado "estar haciendo una revisión exhaustiva al más alto nivel para comprender las circunstancias de este trágico incidente", y ha reiterado que han trabajado "estrechamente" con WCK -fundado por el reconocido chef español establecido en los EE.UU., José Andrés- para repartir alimentos y ayuda humanitaria a Gaza.