El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, declarará este martes por primera vez en su juicio por corrupción, convirtiéndose en el primer jefe de gobierno de Israel en sentarse en el banquillo de los acusados.
El procedimiento empezó en 2020, y Netanyahu no fue citado a una vista hasta noviembre de 2023, una cita que logró posponer varias veces con el pretexto de la guerra en Gaza. El primer ministro tendrá que declarar ahora tres veces esta semana, para responder ante tres causas, por fraude, cohecho y abuso de confianza. Se le acusa de haber recibido regalos a cambio de favores y de presionar para lograr una imagen positiva sobre su gestión en los medios de comunicación.
Desde un primer momento, Netanyahu ha negado los hechos y ha asegurado que se trata de una operación de la “izquierda judicial” para sacarlo del poder por medios legales “tras no lograrlo en las urnas”. Sus opositores, por el contrario, piden su renuncia y lo acusan de extender los conflictos en curso para mantenerse en el cargo y lejos de la cárcel.
Si es declarado culpable con condena firme, Netanyahu debería dimitir, pero mientras dure el litigio puede mantenerse en el poder, ya que la ley israelí obliga a un ministro a renunciar si es acusado, pero esta norma no se aplica al jefe de gobierno. Se espera que el juicio se prolongue varios años y es poco probable que, incluidas las posibles apelaciones, termine antes de 2028 o 2029.
Cuatro años de atrasos
El juicio comenzó en 2020 e hizo pasar por el estrado a más de 300 personas. El testimonio de Netanyahu se debía haber dado en noviembre de 2023, pero los ataques de Hamás del 7 de octubre y la guerra en Gaza dieron paso a un parón judicial de varios meses.
Durante este último año, el equipo legal del primer ministro ha alegado que el juicio podía poner en riesgo su vida, así como que la gestión de la guerra y las tareas para recuperar a los 96 rehenes que siguen en Gaza “hacían imposible que preparara su intervención”. En julio, la defensa solicitó aplazar la vista para marzo de 2025, pero el tribunal lo rechazó y fijó la fecha para el 2 de diciembre, que luego solo accedió a posponer ocho días, hasta este martes.
Esto tampoco ha frenado a los letrados de Netanyahu, que hasta ayer mismo pedían un nuevo aplazamiento por la caída del régimen sirio de Bashar al-Asad a manos de los insurgentes islamistas, con dos cartas de ministros del gobierno a la fiscal general, pidiendo nuevamente retrasar la cita.
El juicio se celebra finalmente este martes en una sala subterránea y fortificada de Tel Aviv, según el servicio de inteligencia interior (Shin Bet), por “la amenaza de que sufra un ataque aprovechando la cita judicial”. En un principio la cita iba a celebrarse en Jerusalén, pero este organismo recomendó su traslado a la corte de la calle Weizmann de Tel Aviv por la falta de un refugio antibombas adecuado en la ciudad santa.
Los escándalos no cesan en torno a Netanyahu
Su juicio por corrupción no es el único frente judicial abierto para el primer ministro israelí, que vive rodeado de investigaciones hacia su gabinete. En los últimos días, ha trascendido el caso conocido como 'BibiLeaks’, en el que un portavoz del político y un suboficial reservista están acusados de conspirar para filtrar a la prensa extranjera un documento clasificado, con el objetivo de influir en la opinión pública contra un acuerdo de alto el fuego en Gaza.
A raíz de este escándalo, miembros del Likud, el partido de Netanyahu, han promovido en el parlamento un criticado proyecto de ley que permitiría a los miembros del Ejército y de los servicios de inteligencia filtrar documentos clasificados al primer ministro o al ministro de Defensa sin autorización. De momento la norma ya ha superado la primera votación de las tres a las que ha de someterse.
Más allá de los ‘BibiLeaks’, el jefe del gabinete de Netanyahu, Tzachi Braverman, ha sido acusado de extorsionar con un vídeo comprometedor a un oficial militar de la oficina del primer ministro para alterar las actas de reuniones previas a los ataques de Hamás del 7 de octubre, así como llamadas mantenidas en la mañana del ataque, según recogen los medios israelíes.