"La opción más segura para todo el mundo en estos momentos". Así ha explicado la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Arden, un nuevo confinamiento por todo el país, que se alargará hasta el próximo viernes, después de que se hayan registrado 107 casos de coronavirus en una semana. Ardern ya había ordenado el confinamiento durante una semana en la ciudad de Auckland y la península de Coromandel, y durante tres días para el resto del país después de que se registrara un solo contagio local de covid-19. Este fue el primero notificado en Nueva Zelanda en los últimos seis meses.
De esta manera, Nueva Zelanda permanecerá confinada hasta la medianoche del 27 de agosto y Auckland, la región más afectada, hasta el martes 31 de agosto. Además, también se suspenderá toda la actividad parlamentaria del país mientras el confinamiento sea vigente.
En las últimas 24 horas, en el país, donde viven más de 4 millones de personas, se han notificado 34 contagios locales. Desde el martes pasado, cuando empezó el brote, se han detectado 107.
Confinamiento total
Elisenda Botella, médico catalana que trabaja en Wellington, la capital del país, explicaba a Catalunya Ràdio que el objetivo en Nueva Zelanda siempre ha sido eliminar totalmente el virus, por eso, cuando se registra un caso se trabaja para evitar nuevos contagios. El primer caso que provocó el confinamiento era de la variante delta, algo que ha disparado todas las alarmas, ya que según explica Botella, las fronteras están cerradas y solo pueden entrar en el país sus ciudadanos, que tienen que pasar por una estricta cuarentena y varios tests.
Tal como explica la médico, este confinamiento es total, similar a lo que se vivió aquí entre marzo y abril de 2020: los únicos establecimientos abiertos son supermercados, farmacias y consultas médicas, mientras escuelas y comercios están cerrados. Según explica Botella, el agotamiento pandémico no es muy importante, ya que durante la mayor parte del tiempo, las medidas estrictas y eficaces han permitido hacer vida normal dentro de las fronteras.
Variante delta
Durante toda la pandemia, el país de Oceanía ha destacado por su buena gestión de la pandemia, hecho que ha conseguido reducir el total de contagios desde marzo del año pasado a poco más de 3.000 casos, registrando 26 muertes. Su reconocimiento mundial por haber conseguido controlar el virus, en gran parte gracias a la aplicación de confinamientos rápidos después de detectar pocos contagios, como en este caso, se ve oscurecido por un ritmo de vacunación lento.
La llegada de la variante delta también a Nueva Zelanda ha obligado a las autoridades a cambiar las reglas del juego en el país, que hasta ahora había conseguido que sus medidas cero covid funcionaran. Durante el fin de semana, Chris Hipkins, el ministro encargado de la gestión contra la pandemia, reconocía que esta nueva cepa cuestionaba las restricciones que se habían aplicado hasta ahora, haciéndolas parecer "menos adecuadas".
Ritmo lento de vacunación
El proceso de vacunación avanza a un ritmo muy lento. No se empezó a proteger a los trabajadores más expuestos a la covid hasta febrero y la vacunación no se extendió a la población general hasta julio. En Catalunya, al principio del mes pasado ya se podía vacunar cualquier ciudadano mayor de 16 años.
Según los últimos datos, poco más de un 20% de sus ciudadanos están vacunados, una cifra muy menor a la de la mayoría de países europeos. Con todo, sin embargo, el ejecutivo espera poder acabar de vacunar la población diana antes de finales de año, aunque la llegada de preparados es lenta y podría dificultar este objetivo. De esta manera, la intención es abrir las fronteras del país durante el primer trimestre de 2022. Jacinda Ardern las cerró en marzo de 2020 y todavía no se han vuelto a abrir.