Australia se ha convertido en un destino de moda entre los jóvenes españoles para estudiar, trabajar y vivir nuevas experiencias. Este fenómeno se ha convertido en una tendencia en los últimos años, hasta el punto que en 2023 había 38.000 españoles con visado de estudiantes en el país, un 37% más de los que había en 2019. Una de estas jóvenes que se mudó a Sídney para estudiar es Natalia Álvarez, de 22 años, que se define como "periodista, reportera y lo que haga falta" en su perfil de X, que ha vivido una experiencia que ha compartido a través de la red y que a buen seguro no olvidará nunca. Resumiendo el largo hilo que ha publicado en el antiguo Twitter, Natalia quemó una pizza en un microondas en la residencia donde vive en Sídney y eso provocó que se tuviera que desalojar todo el edificio de 12 plantas y que se tuvieran que desplazar los bomberos. Todo quedó en un susto, pero no para Natalia, que se encontró con una factura por la actuación de los bomberos que ella tiene que pagar de su bolsillo y que no puede asumir. Por eso, pidió ayuda y creó una cuenta de gofundme que lleva por título 'ayuda a una desgraciada pirómana' para pagar los 1.500 euros de la tarifa de los bomberos, y en pocas horas ya había conseguido recaudar 900 euros.

Estudiantes en la calle

"Adivináis a quién poniendo una pizza en el microondas hizo saltar la alarma de incendio y debe 1.500 € a los bomberos de Sídney. Me quiero morir", empieza explicando Álvarez en el post publicado en X y que acompaña con un vídeo dónde se ve a decenas de estudiantes de la residencia en la calle después de que el edificio fuera desalojado por los bomberos. Antes de explicar la historia de su "ruina", la estudiante pide ayuda: "si cada español pone 1 euro" seré capaz de volver a España sin deber 3 órganos y medio al cuerpo de bomberos australiano". A continuación, en un largo hilo explica su odisea que empezó el domingo en torno a las 18 h (hora de Sídney), después de trabajar "en un festival de perros (nunca he tenido perro) porque me está costando pagar el alquiler que, aunque parecía imposible, es más caro que en Madrid".

Ocho minutos en el microondas

Natalia llegó con hambre y solo tenía un trozo de pizza en la nevera para cenar, pero erró en los cálculos..."llevaba allí 80 días en así que pensé que en lugar de un minuto, lo metería en el microondas... unos 8). Y el resultado, fue una pizza quemada y el humo que activó los detectores y la alarma antiincendios. "Tampoco hubo fuego ni nada, diré en mi defensa, pero cuando me quise darse cuenta ya estaba la alarma pidiendo que todo el mundo desalojara" -Natalia pide que se escuche el vídeo dónde se puede oír la alarma a todo trapo-, y claro está, decenas de estudiantes que ocupan las 12 plantas de la residencia tuvieron que dejar lo que estaban haciendo y bajar a la calle. "Algunos tuvieron que salir de la ducha con la toalla puesta, otros estaban en medio de un examen... Me dijeron que no le explicara a nadie porque quizás alguien le daba para engancharme (comprensible) y que tendría una reunión con la jefa", relata.

La pizza del delito
La pizza del delito

Las cámaras la delatan

Pero las cámaras de seguridad la delataron, y vieron "que alguien con una camiseta LGTB había sido la culpable". Natalia recibió un mail en la que se la citaba al día siguiente a una reunión con el Operations Manager para hablar de "el incidente de la alarma de incendio". Pero las malas noticias llegaron con un mensaje de los bomberos en el que la advertían que tendría que cubrir los gastos de la actuación de la brigada de bomberos. "Y nada, pues me toca pagar y es lo que hay. Me llegará la factura de mis queridos bomberos las próximas semanas", relata Natalia con estoicismo, y sin perder el sentido del humor. "Lo pasé bastante mal porque me he dejado casi todos mis ahorros en venir, y no sé como pagaré esta broma. Si sabeis de alguien que quiera foto de pies, decidme. Espero que os hayáis reído, porque es lo único que nos queda", y pide que si alguien sabe de algún otro trabajo "que no sea en una cocina, por razones obvias) para conseguir unos dinerillos extra se lo hagan saber. De momento, repartirá folletones y aceptará algunos de los trabajos que le llegaron por whatsApp. Pero su historia se ha hecho viral a través de las redes y está recibiendo la solidaridad de los seguidores, que por ahora ya han cubierto 900 euros de los 1.500 que debe a los bomberos de Sídney para pagar el trozo de pizza más caro de su vida.