Un padre antivacunas, una comunidad religiosa y un gobierno peligroso. Estas son algunas de las claves del sarampión en Estados Unidos, los casos del cual han superado los 300 desde principio de año. En todo el año pasado, en cambio, se registraron solo 285. La mayoría de los casos se deben a brotes en Texas, Nuevo México y Oklahoma, aunque también se han registrado contagios en Alaska, California, Florida, Georgia, Kentucky, Nueva York, Nueva Jersey, Pensilvania, Rhode Island y Washington, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). Los brotes también han llegado al Asia central y Europa, afectando incluso Catalunya y el estado español.
⚠️ Explosión de casos de sarampión en Catalunya y el resto del Estado: ¿qué sabemos?
El 2025 es el tercer año que un brote ha provocado más de 200 casos: los otros fueron uno en Disneyland en 2014 y en Nueva York en 2019, en este caso en comunidades judías ortodoxas de los condados de Brooklyn y Rockland. Desde que se declaró erradicado el sarampión en EE.UU., ha habido una media de unos 179 casos cada año y ocho brotes. En esta ocasión, el brote actual ya se ha cobrado la vida de una niña en Tejas que estaba sin vacunar, mientras que los CDC investigan una segunda muerte en Nuevo México —un adulto también sin vacunar.
La comunidad menonita de Seminole
The Atlantic consiguió hablar con el padre de la criatura, en un reportaje publicado la semana pasada. La familia vivía en Seminole, una pequeña población del condado de Gaines (al noroeste de Texas) —la zona cero del brote de sarampión—. El periodista le preguntó qué pensaba de las vacunas y mostró varias dudas: por una parte, que sufrir sarampión es parte de la vida y fortalece el sistema inmunitario; de otra, poca confianza en las inyecciones: "La vacunación tiene cosas en las cuales no confiamos. (...) No nos gustan las vacunaciones, lo que tienen estos días. Hemos oído mucho, hemos visto mucho".
El hombre añadió que la muerte de su hija fue cosa de la voluntad de Dios, ya que Dios creó el sarampión y permitió que se llevara a la niña. "Todo el mundo tiene que morir", dijo. El brote ha afectado sobre todo una comunidad menonita de pueblos pequeños con bajas tasas de vacunación. Se trata de una rama pacifista y trinitaria del movimiento cristiano anabaptista, originado el siglo XVI durante la Reforma protestante (concretamente, dentro de la llamada Reforma radical). La doctrina menonita no prohíbe ni la vacunación ni la medicina moderna, pero sus integrantes de la comunidad tejana han mostrado muchas dudas en torno a la inmunización.
El polémico Robert F. Kennedy Jr.
Esta desconfianza en la vacunación ha estado creciendo desde la pandemia de la covid, ahora hace cinco años (la niña muerta no tenía más de seis años). Las tasas de vacunación en Texas y otros estados han bajado mucho, hasta el punto que solo el 82% niños en condados como el de Gaines están vacunados. Para hacernos una idea, el porcentaje necesario para garantizar una cierta inmunidad es del 95%. Se calcula que la mayoría de los niños menonitas no están vacunados y, para más inri, son escolarizados en casa o en escuelas privadas que escapan del control de las autoridades. En el oeste tejano rural, pedir a las familias que vacunen a las criaturas parece toda una quimera.
Todos los datos llegan en un momento que en EE.UU. crece una corriente antivacunas que, hasta hace poco, era minoritaria. Uno de los motivos de este incremento es el apoyo del actual secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., que ha impuesto su discurso desde que entró en la Administración Trump. Además de dar alas a teorías de la conspiración, Kennedy ha defendido la idea falsa que pasar el sarampión refuerza el sistema inmunitario y ha asegurado a Fox News que la muerte de la niña se debe a su "malnutrición". "Si estás saludable, es casi imposible morir por una enfermedad infecciosa en los tiempos modernos", aseguró recientemente en una entrevista con la cadena. Al fin y al cabo, queda claro que la muerte de la niña ha dejado de ser un asunto privado para convertirse en una señal que alguna cosa ha fallado en la aproximación del país a la salud pública.