El esperado acuerdo de alto el fuego, que ha entrado en vigor este domingo por la mañana, es lo que muchos palestinos esperan que sea el fin de una guerra espantosa que ha matado a más de 46.900 personas, ha demolido gran parte del enclave asediado y ha provocado el desplazamiento de más de 2 millones de personas. Incluso antes de que empezara el alto el fuego, centenares de familias devolvían rápidamente a Rafah, después de haber huido después de la invasión israelí, con sus pocas pertenencias empaquetadas en vehículos, carros tirados por animales y bicicletas.
Las fuerzas israelíes continuaron sus ataques a Gaza, matando a más palestinos justo antes de que empezara el alto el fuego. Pero eso no paró a algunas familias que ya se habían dirigido a sus viejos barrios y acamparon en las ruinas de lo que antes fueron sus casas, con ganas de pasar los meses más oscuros de sus vidas. Mientras atravesaban las carreteras con cráteres que atraviesan Rafah, algunas familias decían: "Reconstruiremos. Viviremos". El panorama era desolador a su paso.
En los días previos al alto el fuego, los palestinos de Gaza se han preparado para lo que esperaban que fuera el fin de su miseria: más de 1,8 millones de personas sufrían un hambre severa y centenares de miles vivían en tiendas que a duras penas los protegían de un invierno que ha matado bebés por hipotermia.
Una noche para dormir tranquilos
Los palestinos se concentran en cómo pueden volver a su antigua vida, robada desde el inicio del conflicto. Los padres han expresado su alivio porque sus hijos, al menos de momento, pueden dormir sin miedo por la noche y el alto el fuego les da la oportunidad de reencontrarse con sus seres queridos. Con respecto a los hospitales, la situación se mantiene tranquila sobre el terreno donde se les ha dado un ligero respiro, ya que no hay más heridos.
Para los civiles, el camino ha empezado por reconstruir, vivir en un lugar nuevo. Muchas familias han abandonado sus refugios de evacuación y campamentos al aire libre, volviendo a las zonas de donde fueron desplazados, pero no han encontrado nada, solo escombros. Algunos de ellos consiguieron reconstruir tiendas de campaña improvisadas en estas casas destruidas, pero sufren la destrucción de la infraestructura civil. Tienen una necesidad desesperada de ayuda inmediata para la rehabilitación de los sistemas de agua destruidos y las instalaciones sanitarias esenciales.
Las condiciones de los presos palestinos liberados
Basil Farraj, investigador de la Universidad de Birzeit, ha asistido este lunes a la entrega de presos palestinos de la prisión Ofrecido y a las reuniones con los familiares. "Hemos visto prisioneros salir de los autobuses con mala salud, pálidos y con un aspecto muy débil. Creo que eso da fe de las condiciones en que los israelíes han retenido durante mucho tiempo a los palestinos", ha comentado Farraj en Al Jazeera. "Es importante destacar que las autoridades israelíes desde antes de la guerra han prohibido cualquier forma de comunicación con la familia de los prisioneros. Así que, para muchos, era la primera vez que veían sus familiares y amigos desde que empezó la guerra".
Dijo que algunos familiares de presos que vivían en Cisjordania ocupada y Jerusalén Este fueron contactados para funcionarios israelíes y les dijeron que no lo celebraran cuando sus familiares liberados llegaran a casa. Muchos de los 90 presos liberados eran mujeres y niños. "Los tribunales militares israelíes no tratan a los niños como niños. Los tratan como adultos. Uno puede imaginar qué significa estar encarcelado durante más de 15 meses en condiciones tan duras siendo un niño".