La pandemia de la Covid-19 no paró en 18 países de hacer ejecuciones en el 2020, según ha informado este miércoles Amnistía Internacional en su informe anual sobre la pena de muerte. Aunque hubo una tendencia general de declive, algunos países siguieron o aumentaron el número de ejecuciones realizadas, hecho que el informe tilda de "desconsideración de la vida humana" y destaca el contexto del 2020 donde "la atención del mundo se centró en proteger a las personas de un virus mortal".
Los Estados Unidos fueron el único país del continente americano en ejecutar durante el 2020. En julio, el Gobierno de Donald Trump llevó a cabo la primera ejecución federal en diecisiete años y mató a diez hombres en menos de seis meses. India, Omán, Qatar y Taiwán también reanudaron las ejecuciones.
A escala mundial, al menos 483 personas fueron ejecutadas durante el año anterior (excluyendo los países que clasifican los datos de la pena de muerte como secretos de estado o para los cuales se dispone de información limitada: China, Corea del Norte, Siria y Vietnam). Esta cifra, representa el número de ejecuciones más bajas, según Amnistía Internacional, en al menos una década. Eso representa una disminución del 26% en comparación con el 2019 y del 70% respeto al máximo de 1.634 ejecuciones del 2015.
Egipto triplica las ejecuciones
A pesar de esta tendencia a la baja, hubo países que aumentaron el uso de la pena de muerte, es el caso de Egipto, que triplicó el número de ejecuciones anuales y se convirtió en el tercer verdugo más frecuente del mundo en el 2020. El informe apunta que al menos 23 de los ejecutados fueron condenados a muerte en casos relacionados con violencia política, después de procesos "gravemente injustos marcados por confesiones forzadas" y otras graves violaciones de los derechos humanos.
El país con más ejecuciones registradas fue Irán (246), seguido de Egipto (107), Iraq (45) y Arabia Saudí (27). Irán, Egipto, Iraq y Arabia Saudí representaron el 88% de todas las ejecuciones conocidas en el 2020.
Sin embargo el informe destaca que como China clasifica el número total de sus ejecuciones y condenas a muerte como secreto de Estado las cifras de Amnistía Internacional no se incluyen a la clasificación, sin embargo se cree que miles de personas son ejecutadas cada año, cosa que lo convierte de nuevo en el verdugo más prolífico del mundo por delante de Irán. También se subraya que un hombre fue condenado a muerte y ejecutado "para reprimir" los delitos relacionados con las medidas de prevención de la Covid-19.