La visita del papa Francisco a Iraq, hasta el lunes, es histórica por muchos motivos, entre los cuales destaca la reunión de hoy con la figura principal del islam chií, el gran ayatolá Ali al-Sistani. Es el encuentro con menos guiones y tiene lugar a puerta cerrada, en la ciudad sagrada de Najaf, un espacio de culto después de la Meca y Medina.
Al-Sistani es, entre otras cosas, el jefe del seminario religioso conocido como el Hawza, que se parece mucho a una universidad y una iglesia a la vez. A pesar de su protagonismo, hace años que no se lo ve públicamente y no hay ninguna imagen actualizada disponible. Por eso, la que sí acaban de publicar desde Vatican Media es histórica. Ahora, se espera escuchar qué conclusiones han sacado ambos líderes del encuentro.
En palabras de Hayder al-Khoei, director de Relaciones Exteriores del Instituto Al-Khoei de Najaf, Al-Sistani es "un defensor tranquilo y sabio de la paz". A sus 90 años, estudia y enseña en Hawza y ha sido reconocido como un erudito. Al-Khoei recuerda que Al-Sistani "ha condenado constantemente los ataques contra cristianos y otros grupos minoritarios en Iraq e, incluso en los días más oscuros de violencia sectaria que asoló este país en el 2006, instó a sus seguidores a mostrarse moderados y evitar caer en la trampa que los enemigos han dividido". Además, es la máxima autoridad de la mayoría de los 200 millones de chiíes del mundo, una minoría entre los 1.800 millones de musulmanes. Su único rival religioso es el líder supremo iraní, el gran ayatollah Ali Khamenei.
Encuentro 'anómalo'
Tanto el papa como Al-Sistani son defensores del diálogo interreligioso, la unidad y los dos condenan la violencia que utiliza la religión como tapa. La reunión es importante porque no es sólo la primera visita papal en Iraq, sino que es la primera vez en la historia que el jefe de la Iglesia católica se reúne con el jefe del establecimiento islámico chií. Para la minoría cristiana decreciente de Iraq, una muestra de solidaridad de Al-Sistani podría ayudar a asegurar su lugar| después de años de desplazamiento y, esperan, aliviar la intimidación de los milicianos chiíes contra su comunidad.
La visita del Papa, bajo una seguridad muy elevada, también tiene lugar en un contexto de contención total con más de 5.000 infecciones por coronavirus diarias. Mientras el Papa estaba vacunado antes de su viaje, la oficina del Gran Ayatollah no ha informado de estas medidas al respecto. Los iraquíes han dado la bienvenida al Papa y la atención internacional que ha prestado al país mientras lucha por recuperarse de décadas de guerra y malestar. Iraq declaró la victoria sobre el grupo Estado Islámico en el 2017, pero todavía hay ataques esporádicos. Después de Najaf, el papa Francisco se dirige a la ciudad de Ur, lugar de nacimiento de Abrahán, padre de los creyentes.
El Papa llegó ayer viernes a Iraq para una visita de tres días porque era "su deber" viajar "a esta tierra martirizada", según confesó durante el vuelo, mientras que en su primer discurso en tierras iraquíes pidió el compromiso de la comunidad internacional para llevar la paz a este país y a todo Oriente Medio.
En su viaje más difícil y arriesgado, Francisco usó un vehículo blindado para trasladarse a los lugares de los actos a causa de los últimos lanzamientos de misiles y atentados. El primer acto del pontífice, después de 15 meses sin viajar por la pandemia de coronavirus, fue un encuentro en privado durante media hora con el presidente de país, el kurdo Barham Saleh, que lo recibió en la puerta del palacio presidencial con todos los honores. Después, en el discurso a las autoridades, Francisco pidió el compromiso de la comunidad internacional para traer la paz "pero sin imponer intereses políticos e ideológicos".
La violencia, una traición a la religión
En el encuentro, el Papa aseguró que "la hostilidad, extremismo y violencia no nacen de un espíritu religioso; son traiciones a la religión", unas declaraciones que ha realizado rodeado de los representantes de las religiones que forman este mosaico de civilizaciones que es Irak, suníes, chiíes, zoroástrica y yazidíes.
En el caso de estos últimos, ha manifestado "que ha llorado la muerte de muchos hombres y ha visto a miles de mujeres, jóvenes y niños raptados, vendidos como esclavos y sometidos a violencias físicas ya conversiones forzadas". Además, ha pedido rezar por "todos los que han sufrido semejantes sufrimientos y por los que aún se encuentran desaparecidos y secuestrados, porque pronto vuelvan a casa".
Además, Francisco I ha subrayado "la importancia de la colaboración y amistad entre las comunidades religiosas que, cultivando con respeto recíproco el diálogo, se pueda contribuir al bien de Irak, de la región y de la entera comunidad". La visita también ha servido para que el Papa agradeciera al gran ayatolá "que levantara la voz en defensa de los más débiles y perseguidos, afirmando que lo sagrado es la importancia de la unidad del pueblo iraquí".
El Papa llegó ayer en Irak, en el marco de un viaje que durará tres días y en el que se quiere aproximar a la comunidad cristiana del país brutalmente perseguida por los terroristas del Estado Islámico (EI).