Policías marroquíes vestidos de paisano irrumpieron la madrugada de este lunes en la casa del activista saharaui Sultana Khayya -situada en la provincia del Boujdour- y la violaron junto con su hermana, según han denunciado a través de las redes sociales y ha confirmado este miércoles a ElNacional.cat fuentes de Equipe Medía, organización premiada en el Estado español por su defensa de los derechos humanos.
"Nos violaron con palos y tubos que nos introdujeron. Me pegaron por todo el cuerpo, patadas y golpes en el ojo. Me taparon la boca, no podía respirar. Me cogieron las manos", ha relatar Khayya en un vídeo compartido en las redes sociales por la organización Equipe Media.
"Me cogieron y me hicieron de todo y también se lo hicieron a mi hermana Azza, estamos completamente destrozadas", ha explicado la misma activista en un segundo vídeo en el cual se puede ver cómo los agentes marroquíes han destrozado el interior de su vivienda. Su madre, de 84 años de edad, también sufrió agresiones físicas, según ha revelado la presidenta de la Liga Saharaui para la Defensa los Derechos Humanos y en contra del Espolio de los Recursos Naturales.
El entorno del activista ha explicado a este diario que es imposible denunciar los hechos ante la justicia, ya que se trata del sistema marroquí, que ocupa el territorio, y que su defensa pasa por denunciar la agresión ante las organizaciones internacionales de derechos humanos y el consejo de derechos humanos de la ONU.
Las fuerzas policiales marroquíes también secuestraron el pasado lunes al presidente del Colectivo de los Defensores Saharauis de Derechos Humanos (COGUARDA), Babozid Lbaihi, y a los activistas Salek Baber y Khalid Boufraioua, a los cuales torturaron y abandonaron en medio del desierto, a 120 kilómetros de distancia del domicilio de Khayya, donde residían provisionalmente.
Además de las violaciones y las torturas, los agentes robaron sus móviles y dinero y les confiscaron sus discos duros donde había vídeos de otras intervenciones policiales que habían sufrido.
La activista saharaui lleva retenida ilegalmente en su domicilio desde el pasado mes de noviembre, cuando devolvió a su país después de haber protagonizado un ciclo de conferencias por España denunciando la vulneración de derechos humanos en el Sáhara Occidental. Policías marroquíes vigilan a diario su domicilio para evitar que Khayya reciba apoyo de otros activistas, amigos o familiares.
La represión, a peor
La situación de represión en el Sáhara Occidental empeoró el pasado mes de noviembre, cuando el ejército marroquí violó la desmilitarización del paso fronterizo del Guerguerat y el Frente Polisario respondió dando por roto el alto al fuego que imperaba en la zona desde 1991.
En eso se le sumó el reconocimiento por parte de la Administración del anterior presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, del Sáhara Occidental como parte del Marruecos de manera simultánea en que este reconociera el Estado de Israel, cosa que dio alas a Rabat para actuar con impunidad.
Sin embargo, la reciente hospitalización del líder del Polisario, Brahim Gali, en España, ha inquietado a Marruecos, que ya se ha quejado formalmente ante el Gobierno por este "gesto". El reino alauí también ha intentado presionar a la Moncloa reuniéndose con el líder del PP, Pablo Casado, haciéndole llegar sus quejas.