La ONG International Memorial ha vivido épocas complicadas hasta que, finalmente, las autoridades rusas han cesado su actividad. Alexandra Polivanova, nacida en Moscú y miembro de International Memorial vista Barcelona para participar en una serie de conferencias y encuentros. Entre ellas, hablamos con ella en la sede del Memorial Democràtic de Barcelona y nos explica cómo está la sociedad rusa actualmente y por qué hay interés en saber cosas del pasado. ¿Hay paralelismos con la antigua URSS y la Rusia actual? ¿Qué pasa ahora por la cabeza de los rusos en un momento de la historia complicado como el actual? Incentivar el pensamiento crítico siempre ha sido una prioridad. Polivanova se encarga de los programas educativos vinculados al Memorial Society y es la jefa del proyecto de investigación y educación de memoria "Moscú. Una topografía del terror". También es autora y directora de proyectos de teatro documental. Desde el año 2022 es la presidenta de la junta directiva de la Red de Sociedades Conmemorativas de Rusia.

Alexandra Polivanova, activista rusa / Foto: Sergi Alcàzar

¿Cuál es la principal tarea de International Memorial? ¿Qué ha cambiado en todo este tiempo?

Durante la perestoika, todo el mundo tenía más o menos las mismas ideas. Con la llegada de la glásnost, también llegó la libertad de expresión, de pensamiento y eso era muy importante para Rusia y la sociedad soviética que después de años de terror se pudiera hablar libremente. Era matar gente, o capturarlos y llevarlos al gulag, pero también mentir sobre estos crímenes. La gente no sabía qué había pasado a sus familiares. Era imposible hablarlo abiertamente. Después de la muerte de Stalin también era imposible. Entonces, la URSS era más descafeinada, pero todavía era imposible hablar y buscar la verdad.

Sin embargo, llegó la glásnost...

Sí, la glásnost era símbolo e invitación del gobierno para abrir las mentes, la memoria y hablar de lo que había pasado. Con Memorial se podía conversar del pasado, coger evidencias, consultar archivos, librerías, que la gente explicara lo que había pasado. El objetivo era hacerlo más público, más abierto, conmemorar a las víctimas y también los héroes de la resistencia. Eso era la primera tarea. La idea romántica es que el pasado estaba pasado. Y que ahora solo era el futuro, y será brillante y democrático. El Memorial se encargaba del pasado. Pero después, el estado ha seguido suspendiendo derechos humanos. Se han cortado fronteras con los otros países, la guerra de Chechenia, el año 1994 y al principio de los 90, cuando abrió el centro, el trabajo no era investigar crímenes del pasado, sino documentar lo que estaba pasando. Yo soy historiadora y trabajo con hechos históricos, pero no solamente es sobre la historia, son los valores de ahora y no solo sobre el país de antes, sino también el de ahora, porque es como ellos están descubriendo y evaluando los hechos, qué pasa con los crímenes y cómo construyen. No es nada fácil. En los noventa, tenía apoyo de la sociedad, había un movimiento social muy importante, centenares de miles de personas eran miembros de la organización y querían saber qué había pasado con sus familiares. Después la situación económica empezó a ser más complicada. La prioridad de la gente era comer, conseguir un trabajo y los valores quedaron en segundo plano, era más importante sobrevivir, educar a las criaturas y los derechos civiles y las memorias están en otro término.

La URSS era más descafeinada, pero todavía era imposible hablar y buscar la verdad

¿Y entonces, todo volvió a cambiar de nuevo?

Nosotros no teníamos ni presión ni apoyo del gobierno, pero después con la llegada de Putin, el régimen de Putin, cuando era 2005, el Día de la Victoria (9 de mayo), los 60 años de aniversario, recuerdo cuando era pequeña, que los años de aniversario con (Boris) Yeltsin era algo internacional. Había líderes de todo el mundo, franceses, americanos, del Reino Unido y era como una fiesta grande. Era un sentimiento que era una cosa común e importante por estos países. Pero entonces, en el 2005, es la primera vez que recuerdo que se glorificó Stalin, ya no se hablaba de coalición ni de nada, todo era Stalin y la idea de victoria no era que se había ganado a los nazis, sino que Polonia y los países bálticos habían sido todos liberados.

Después de eso, esta línea fue más oficial y de opinión pública. Y el lugar del Memorial fue más apartado o marginado de la sociedad. Todavía teníamos apoyo o teníamos gente que sabíamos que nos necesitaba y hablábamos abiertamente y teníamos peticiones de escuela, etc. Cada día, no yo, pero entre todos recibimos 3.000 peticiones de investigación, es mucho para nuestra organización y para el país. Era importante tener gente interesada en lo que hacíamos. Empecé a trabajar en el 2012 en el Memorial y desde entonces, ha habido una escalada de la represión, desde entonces. En el 2012 hubo una prohibición sobre organizaciones extranjeras, estaba claro que iría en nuestra contra. En el 2014 la organización fue puesta en un grupo de organizaciones extranjeras y en el 2019 recibimos muchas multas por violar esta norma. El año pasado la organización fue liquidada. Es vital mencionar que la organización en Moscú era como el centro de la organización y destruyeron nuestra sede. La organización, sin embargo, todavía existe. No es fácil, pero seguimos haciendo trabajo.

Alexandra Polivanova / Foto: Sergi Alcàzar

¿Por qué piensan que sois peligrosos?

Ellos creen que nosotros somos peligrosos porque estamos intentando desarrollar pensamiento crítico sobre el pasado y también ahora con la situación con Ucrania. Lo principal es que somos peligrosos para ellos porque somos independientes. Tenemos nuestras reglas, somos soberanos. No es que nosotros dependamos del gobierno y de los ministerios. Tú tienes que hacer eso y aquello, en este sentido no nos pueden controlar y no estamos bajo su control. Nadie sabe que haremos después o qué explicaremos ni qué diremos. Y por este motivo, nos consideran peligrosos. Era importante para ellos, antes de que empezaran esta horrible agresión el 24 de febrero, destrozar todas las organizaciones independientes y medios de comunicación independientes para que no pudieran opinar sobre esta agresión, sobre la guerra. La tarea de memoria es sobre el pasado, pero entienden la conexión que hay entre el presente y el pasado y por eso censuraron nuestra entidad. No solo es el memorial que estaba bajo presión, también otras organizaciones civiles han sido desmanteladas.

Creen que nosotros somos peligrosos porque estamos intentando desarrollar pensamiento crítico

¿Hay paralelismos entre la URSS y la Rusia actual?

Sí, creo que los hay. Hay paralelismos entre el pasado y el presente. La reflexión del pasado siempre es sobre el presente. El sujeto siempre somos nosotros de ahora, del presente, no alguien que se ha muerto. Hablamos de alguien que se ha muerto, pero hablamos de nosotros. Y por eso, es muy importante reflejar, y no poner una foto en blanco y negro y estático, que hay matices. Estos mecanismos todavía existen, no únicamente en el nivel de poder, también a la sociedad, hay discriminación, de género, nacional, étnico, religioso, etc. Tenemos un juicio contra nosotros y dijeron que hacíamos o dábamos una imagen de la Unión Soviética como una organización terrorista. Y eso está porque no tenemos lugar en Rusia. Pero claro, si hablamos de dos países diferentes, no lo sé, Rusia es una cosa diferente de la Unión Soviética, y en este juicio nos acusan de decir algo malo sobre la Unión Soviética, como si fueran lo mismo. Antes de la perestoika, todo el mundo tenía la misma opinión, después la gente empezó a pensar, hablar y descubrieron muy rápidamente que la gente no es inmoral ni le es igual todo. Tenemos valores, simplemente había una represión muy fuerte. Tenemos que evaluar las cosas para hacer cambios de las élites. En otros países hay cambios en las élites, la gente que había sido víctima de la represión han estado después al poder, como en Polonia. La gente de la élite soviética no ha sido castigada. Ahora, en Rusia, tenemos la misma élite que entonces, los mismos grupos sociales que entonces. Las víctimas del terror soviético. Algunos han sido rehabilitados, sí, pero formalmente, solo han tenido un papel y alguna pequeña multa, pero nunca han sido castigados como tal. Tenemos que empujar a la gente para que muevan eso. Y eso nunca ha pasado en Rusia. Y eso es algo que tendríamos que hacer la próxima vez.

¿Y ahora, es un momento fácil o difícil?

Trabajar ahora es muy complicado y es difícil en diferentes momentos. Es muy complicado trabajar en archivos históricos porque no quieren dar acceso. Quieren que todo el terror soviético quede escondido. Ahora está prohibido manifestarse, aunque vayas únicamente con una hoja en blanco, pueden arrestarte. Nosotros teníamos algunas acciones conmemorativas, pero ahora está prohibido. Parte de nuestra actividad no es posible y parte de nuestro equipo se ha marchado, otros todavía están en el país. Hay muchas cosas que no podemos hacer, pero hay cosas que sí que podemos hacer. Nuestro trabajo es conseguir que la sociedad tenga unos valores y no tenemos que cambiar mentalidad de una persona sino la de todos. No lo podemos hacer de manera paternalista, el proceso es lento y se hace poco a poco. Nosotros tenemos que implicar en la sociedad entera. Seguro que es complicado, pero todavía es posible.

La guerra no lo debe hacer fácil...

Con la situación actual, sin embargo, ahora es difícil hablar de sociedad (en Rusia). La sociedad no está destruida pero atomizada. Y dividía en grupos diferentes. Quizás no es que la sociedad esté abierta, a pesar de todo, las peticiones (a nuestra organización) existen. Es normal para alguna gente sobrevivir, aunque, además de sobrevivir, también quieren y tienen moral. No fuimos bonos en algunas cosas, hace falta aceptarlo y corregir.

Alexandra Polivanova / Foto: Sergi Alcàzar