Donald Trump se acerca a su toma de posesión con un discurso más expansionista y beligerante que nunca. En las últimas semanas, el magnate ha afirmado que quiere recuperar el control sobre el canal de Panamá, ha insinuado que querría convertir Canadá en un nuevo estado estadounidense y ha propuesto comprar Groenlandia. Ninguna de estas declaraciones ha sido puntual, ya que en los últimos días Trump se ha reafirmado en sus posiciones, especialmente con respecto a Panamá y Groenlandia. De hecho, ha ido tan lejos como para apuntar que no puede prometer no utilizar la fuerza militar para controlar estos territorios en un futuro. Si bien es fácil deducir el interés por una vía comercial tan importante como el canal de Panamá, la obsesión por Groenlandia puede coger por sorpresa. ¿Qué tiene esta isla para encontrarse en el punto de mira del próximo presidente de los Estados Unidos?

Groenlandia es la mayor isla del mundo y el territorio menos poblado, con 2.166 millones de quilómetros cuadrados y solo 57.000 habitantes. No es un territorio independiente, sino que depende de Dinamarca, país que le transfiere el 60% de su presupuesto anual y controla su política exterior y de defensa. A pesar de esta dependencia política y económica del estado danés, Groenlandia no es un territorio pobre en recursos naturales, más bien al contrario. Justamente, sus recursos y su posición estratégica en el norte del océano Atlántico son algunos de los motivos por los que los republicanos quieren controlar la isla, según apunta la CNN.

Tierras raras, deshielo y geopolítica

Bajo el hielo que cubre gran parte del territorio de Groenlandia se esconden grandes concentraciones de valiosos minerales. Conocidas como tierras raras, no son realmente tierra, sino un grupo de elementos químicos que se encuentran en el medio natural y que se caracterizan por tener propiedades similares entre ellos, así como por ser escasos en la corteza terrestre. Estos químicos son utilizados por la elaboración de tecnología y armamento. Actualmente, China domina la explotación mundial de las tierras raras, monopolio que querrían romper los Estados Unidos.

Justamente, China es un actor importante para entender el interés de la próxima Administración Trump por Groenlandia. La guerra comercial entre el gigante asiático y Washington hace años que dura entre las dos mayores economías del mundo. En este contexto, el cambio climático y el deshielo que este provoca puede abrir la puerta a una nueva ruta comercial marítima que monopolizar. Según el Consejo del Ártico, en la última década, el transporte marítimo por el Ártico ha aumentado un 37%, y gran parte de los barcos que se mueven por la zona son rusos. La presencia estadounidense en Groenlandia dificultaría una alianza entre China y Rusia para controlar la llamada Ruta del Mar del Norte, según sostiene un columnista de Bloomberg.

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Pese a ser la mayor isla del mundo, la densidad de población en Groenlandia es extremadamente baja. EFE

Finalmente, otro motivo por el que Trump está interesado en este territorio danés es por su posición estrategia en el océano Atlántico. Según recoge la CNN, durante mucho tiempo esta ojea se ha considerado clave para la seguridad de los Estados Unidos, especialmente para repeler un posible ataque ruso. La isla forma parte de la brecha Groenlandia - Islandia - Reino Unido, una región marítima estratégica. Los Estados Unidos quieren asegurarse de que "ninguna gran potencia hostil controle Groenlandia, porque puede ser un punto de apoyo para atacar a los Estados Unidos", ha sostenido Ulrik Pram Gad, investigador sénior del Instituto Danés de Estudios Internacionales, al medio estadounidense. Sin embargo, el ejército estadounidense ya tiene presencia en la isla, donde cuenta con una base con sistemas de rastreo espacial y de detección de lanzamientos de misiles.

Un interés de hace años

El interés por controlar Groenlandia no ha nacido en los Estados Unidos ahora, ni siquiera en el anterior mandato de Donald Trump. La primera vez que las autoridades estadounidenses se fijaron en este territorio se remonta a la década de 1860, bajo el mandato del presidente Andrew Johnson. En un informe de 1867, el Departamento de Estado sugería que la localización y la abundancia de recursos de la isla la convertían en una adquisición ideal para los intereses de Washington, según recuerda la BBC.

En el año 1946, el presidente Harry Truman ofreció a Dinamarca 100 millones de dólares por Groenlandia, pero Dinamarca rechazó la oferta. A pesar de no querer vender la isla, ambos estados firmaron un acuerdo para colaborar en defensa el año 1951, que junto con la creación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) permitió a los Estados Unidos construir una base aérea en Thule.

Durante décadas, la relación con Groenlandia no se cuestionó, hasta que en el año 2019, en su primer mandato, Trump ya empezó a mostrarse interesado por comprar la isla. Sin embargo, recibió un no rotundo por parte de Dinamarca.