Desde hace días, Los Ángeles arde y lejos de que la situación mejore, va a peor. En las últimas horas, a los cinco incendios activos se les ha sumado uno más. Todo esto sume una de las áreas más pobladas de California en el caos. En recuento de afectaciones todavía está incompleto, pero el gobernador Gavin Newsom ha confirmado que las llamas han causado al menos cinco muertos y numerosos heridos de gravedad. Los incendios en el estado californiano son recurrentes y devastadores, sin embargo, en este caso es especialmente devastador. ¿Qué hace que este incendio sea tan grave?

Hay varios factores entran en juego para agravar todavía más la magnitud de estos incendios que engullen palmo a palmo la zona de Los Ángeles. Por una parte, hay que tener en cuenta la idiosincrasia de la zona. El clima en buena parte del territorio californiano se parece mucho al mediterráneo. Es decir, seco y caluroso. Eso hace que la zona tienda a los incendios, como de hecho sucede en los países mediterráneos.

Sin embargo, en esta ecuación se tienen que sumar los efectos del cambio climático. Según informa The Guardian, varias investigaciones estadounidenses apuntan que la crisis climática aumenta el riesgo de incendios rápidos en torno a un 25% en California. De hecho, los investigadores apuntan que han calculado que la emergencia climática causada por los humanos ha contribuido a un aumento del 172% de las zonas quemadas de California desde los años setenta. Una situación que esperan que vaya al alza en las próximas décadas

Un mal momento: vientos secos y nueva vegetación

Además, del clima propio de la zona y el impacto del cambio climático, hay factores que se han conjurado para agravar la situación. Por una parte, los incendios se han propagado a un ritmo rápido por vientos fuertes que han llegado a los 129 km/h y, en algunas zonas montañosas, incluso, ha llegado 161 km/h. Este tipo de vientos que aparecen a California en los meses más fríos se llaman vientos de Santa Anna y son ráfagas fuertes y secas que soplan desde el extenso desierto interior occidental de los Estados Unidos. Estos vientos proporcionan aire seco y cálido que empuja hacia la costa, el contrario del habitual aire húmedo que sopla desde el océano Pacífico hasta la región.

Todo hace que la humedad caiga, ayudando a secar la vegetación propensa al fuego y a estimular las llamas. "Eso es una situación especialmente peligrosa. En otras palabras, en términos del tiempo e incendios, eso es lo peor que puede haber", ha advertido al Servicio Nacional de Meteorología de los Estados Unidos, según recoge el diario británico.

El viento seco y cálido seca un territorio que justo levantaba la cabeza después de años de sequía. De hecho, los dos pasados inviernos en la zona se caracterizaron por las fuertes lluvias, hecho que ha provocado que la vegetación brote en la región. En otro contexto, eso serían buenas noticias, pero actualmente eso significa tirar literalmente leña al fuego. Es decir, actualmente, hay más árboles, hierbas y arbustos para incendiarse y la mayoría de ellos están más secos por culpa de los vientos.