Have a nice life, es la expresión que ayer utilizó Donald Trump para despedirse. No es tan amable como hace sospechar su traducción literal ("ten una vida bonita"). Se traduce más bien por "adiós muy buenas", con un punto entre socarrón y mala sombra. Trump se ha marchado dando coces —la último fue llamar a una turba de pirados a asaltar el Capitolio. Así ha sido casi toda su presidencia.
Eso explica, en parte, las portadas de los diarios barceloneses y madrileños de hoy, volcadas a alabar, enaltecer y aplaudir al nuevo presidente, Joe Biden, y a su vicepresidenta, Kamala Harris. Las fotografías a toda plana, la tipografía en grandes cuerpos, los titulares azucarados, altisonantes, pomposos o todo al mismo tiempo... Es una especie de suspiro de alivio impreso, como dice El Periódico, que incluso ha cambiado su tradicional cabecera roja por una azul, el color del partido demócrata, para no desentonar con el momento.
Parece un poco mucho, un poco de fans, pero se puede entender esa reacción de las portadas. Las redacciones han pasado cuatro años literalmente increíbles, de frotarse los ojos casi a diario y preguntarse si Trump haría hoy alguna peor que ayer. "La democracia ha prevalecido", una frase del discurso de Biden, es el título más común en las portadas de la prensa del mundo. Ha prevalecido, claro, gracias a Dios —pero hay 74.222.958 estadounidenses que votaron por Trump para los que ayer no acabó nada, sino que empezó alguna otra cosa, esperamos que les sea leve.
Es una pena, sin embargo, que los diarios impresos aparezcan hoy con portadas perfectamente intercambiables, por iguales, tanto en las fotos como en los textos, aunque tenían tiempo de sobra para planearlas. Los diarios que aquí se comentan —y también el resto. Hace días que se sabe perfectamente qué pasaría ayer. Tenían tiempo de sobra y también el talento. Podían haber pensado alguna cosa diferente. Al menos alguno de los diarios. Al menos uno. ¿Han faltado ganas y se ha perdido distancia, imparcialidad? Es difícil de saber. El resultado es una lástima. Justamente porque es un día tan relevante, valía la pena pensárselo mejor, cuando menos para no aparecer en la fiesta con el mismo vestido que el resto de los invitados.